EL EURO, LA CRISIS EUROPEA Y LAS AREAS MONETARIAS ÓPTIMAS

EL EURO, LA CRISIS EUROPEA Y LAS AREAS MONETARIAS ÓPTIMAS

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El 1 de enero de 1999 once países miembros de la Unión Europea adoptaron una moneda común, el euro. Dos años más tarde se incorporó Grecia y así hasta completar dieciséis en la actualidad. El nacimiento del euro dio lugar a una fijación de los tipos de cambio entre todos los países miembros de la UEM, sacrificando más soberanía de sus políticas monetarias que lo que normalmente requiere un régimen de tipos de cambios fijos. Aceptaron abandonar sus monedas nacionales y ceder el control de sus políticas monetarias a un Sistema Europeo de Bancos Centrales compartido.

 

Para ponderar los costes frente a las ventajas de unirse a un grupo de países con tipos de cambio fijos necesitamos un marco teórico y nada mejor que la teoría de las áreas económicas óptimas, predice que los tipos de cambio fijos son más adecuados para áreas estrechamente integradas a través del comercio internacional y los movimientos de factores. La referencia inicial es el articulo clásico de Robert A. Mundell (1) (1961).

 

¿Qué es un área monetaria óptima?

Un área monetaria óptima es la zona territorial en cuyo interior las ventajas de tener una moneda única superan a los inconvenientes. Se trataría esencialmente de los beneficios de hacer coincidir un área comercial con un área monetaria. ¿Cuáles son los criterios que permiten configurar un área monetaria óptima? Sin entrar en detalle y muy resumidamente los criterios clásicos son:

a) Elevada apertura comercial entre los países de la zona.

b) Elevada movilidad de factores (capital y trabajo), capaz de responder a perturbaciones asimétricas entre los países dentro de la zona.

c) Alto grado de diversificación que minimice la posibilidad de shocks asimétricos.

d) La existencia de un poder fiscal (federalismo fiscal) para hacer frente a dichos shocks asimétricos.

En la práctica, pues, los shocks asimétricos juegan un papel fundamental en la determinación de un área monetaria óptima y la pregunta que subyace ¿Es la Zona Euro un área monetaria óptima?

 

¿Es la Zona Euro un área monetaria óptima?

Muchos fueron los que en los inicios de la construcción de la Unión Europea estudiaron   los posibles problemas y consecuencias a los que se tendrían que enfrentar los países que la formaban, partiendo del marco teórico que existía sobre áreas monetarias óptimas. La literatura que existe al respecto es contundente, desde Grauwe, Feldtein, Canzoneri, Rogers,  Krugman y un largo etc. La respuesta ha sido negativa, la Zona Euro no era un área monetaria óptima y muchos de entre ellos preconizaban en un futuro su desaparición al primer shock de envergadura que se presentase.

 

Los razonamientos, entre otros, eran que había una asimetría entre países del norte y el sur. Ante un déficit público, el recurso a la monetización ha sido frecuente, incluso la financiación mediante la emisión de deuda pública en condiciones de mercado afecta a los tipo de interés y condiciona la política monetaria y los tipos de cambio, al perderse la política monetaria y   cambiaria se pierde la flexibilidad para afrontar los llamados shock asimétricos o específicos de cada país. Las políticas monetarias y tipo de cambio se han utilizado para muy diversos fines, restablecer la competitividad de los productos de un país o para obtener ganancias de competitividad (empobrecimiento del vecino). Pero ante un shock asimétrico el principal problema para la unión monetaria radica en el coste que supone renunciar a utilizar estos instrumentos cambiarios de forma diferenciada.

 

La perdida de flexibilidad que supone renunciar a variaciones de los tipos de cambio puede ser importante en la medida en que haya importantes sectores productores de bienes no comerciables, y subsistan además fuentes de shock específicos, como puede ser márgenes de autonomía en la política fiscal. Los ajustes alternativos a los cambiarios y monetarios, ante un shock asimétrico, cuando se está en un área monetaria son: la movilidad de factores en particular el factor trabajo, y esto no se da en la Zona Euro por razones culturales y lingüísticas e incluso legislativas de cada Estado. Otra segunda alternativa sería vía ajuste salarios reales según la productividad, la referencia salarial ya no sería el poder adquisitivo sino la productividad. Mientras el norte de Europa ha fijado salarios según productividad el sur los fija según capacidad de compra lo que ha supuesto un diferencial de competitividad, el norte exportador y el sur importador, incluso la moneda única puede generar la tentación de reivindicaciones salariales igualitarias entre los países que componen la Zona Euro. Otra tercera alternativa son los mecanismos fiscales federales, consistente en una articulación entre niveles de gobierno con ajustes automáticos. Por ejemplo, en EE.UU. por cada dólar en que se contrae la renta de un territorio, el sistema fiscal regional compensa entre 25 y 40 centavos. Nada parecido surge en Europa ni había la más mínima voluntad política de una compensación fiscal, hasta ahora claro. Ni que decir tiene que las alternativas anteriores no son excluyentes, sino complementarias.

 

La crisis Europea

Pues bien, ha tenido que venir el primer shock de envergadura al que tiene que hacer frente la Zona Euro para poner de manifiesto en toda su crudeza, lo anteriormente expuesto preconizado por los teóricos. No estamos ante una crisis Griega o financiera mundial, que también, estamos ante una crisis de la Zona Euro con probabilidades de que desaparezca la unión monetaria, ya que los mercados saben perfectamente que la Zona Euro no es un área monetaria óptima. El qué Grecia haya sido el primer país por donde se ha desatado la crisis simplemente   es por ser el más débil de todos, aquel que tiene mayor asimetría respecto a los demás, en general, el sur de Europa con respecto al norte, de hecho los ajustes drásticos que han empezado hacer los países del sur así lo confirman. El problema de la Zona Euro no es un problema de especuladores, es un problema de diseño estructural de la propia Zona Euro.  Aún no sabemos cómo acabará esto, pero los ajustes serán duros si se quiere salvar a la Zona Euro, ya que no es posible hacer ajustes vía tipo de cambio y/o vía política monetaria, sino vía empleo, reajustes de salarios reales y vía costes, es decir, vía ganancias de productividad y competitividad. Se han empezado a tapar tres vías de agua 1º los ajustes a llevar a cabo por cada país de gasto público   aunque quedan por hacer las reformas estructurales, 2º un fondo de 750.000 euros que hará las veces del federalismo fiscal y 3º la intervención del BCE con la compra de bonos nacionales, lo que significa romper la disciplina monetaria. Ya veremos cuál será el fin de la historia, pero me temo que será aún larga y dolorosa.   


(1)  Robert A. Mundell "The theory of Optimum currency areas" American Economic review 51 (septiembre de 1961)

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