Que alguien le cambie el nombre a las preferentes

Que alguien le cambie el nombre a las preferentes

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Cuando uno va a ponerle un nombre a un hijo tiene que pensarlo dos veces: puede influirle para siempre. Igual que cuando se va a establecer una denominación a un producto financiero, que puede marcar no sólo "la vida" de este producto sino la de quienes lo contratan. ¿Por qué digo esto? Porque en España tenemos problemas con los adjetivos que hemos dado a dos tipos distintos de activos. [caption id="attachment_1801" align="alignright" width="300" caption="Folleto de la CNMV explicando los riesgos de las preferentes"] [/caption] a) Renta FIJA. Eso de "fija" ha hecho y hará pensar a más de uno que no es posible perder dinero. Con más de un familiar lo he hablado más de una vez. Me dicen "Si es fija... ¿cómo vas a perder dinero?". El tema es que el origen de este nombre no hace referencia a la rentabilidad que vas a obtener de la inversión, sino al tipo de interés que pagará la entidad. Pero el precio puede subir o bajar. Es como si compras un piso para alquilarlo. El alquiler será fijo, pero el precio del piso puede subir o bajar. Si compraste en 2006 y quieres venderlo ahora, perderás mucho dinero, aunque te hayan pagado unas rentas fijas todos los meses. b) Participaciones PREFERENTES. Esto de "preferentes" tiene un peligro tremendo. Hasta la CNMV ha tenido que hacer un aviso recientemente aprovechando el folleto de colocación de este tipo de productos de Banesto: "El adjetivo preferentes que la legislación española otorga a las participaciones preferentes NO significa que sus titulares tengan la condición de acreedores privilegiados", se aclara. Desde luego, los clientes de Banco Sabadell a quienes hace poco el banco les recompró estas participaciones pagándoles casi la mitad no deben sentirse muy "preferentes". O los clientes de Banesto a quienes se les están ofreciendo estas participaciones, tampoco, si se lee la advertencia en la que la CNMV explica que el banco les está pagando menos intereses de los que le pagarían en el mercado. En el fondo del embrollo de las preferentes está la necesidad de las entidades financieras de fortalecer el balance. Emitiendo preferentes no tienen necesidad de explicar para que necesitan ese dinero ni diluyen las posiciones de los actuales accionistas, como sí ocurre con una ampliación de capital. Como los depósitos apenas dan intereses ya, la única opción es ofrecer estos productos como alternativa. Lo cual resulta una temeridad absoluta porque su perfil de riesgo es diametralmente opuesto. Hasta ahora, las entidades tenían una disyuntiva: financiarse a través del mercado, con depósitos o ampliaciones de capital, o esperar ayudas del Estado y, por tanto, de los contribuyentes. Ahora, algunas de ellas, han encontrado una solución alternativa: financiarse a costa de los clientes con menor cultura financiera. Los medios de comunicación están poniendo mucho esfuerzo en explicar bien los peligros de estas preferentes. Lo podéis ver en artículos como éste , éste o éste . En los blogs especializados también se ha escrito mucho sobre el tema. Recomiendo especialmente este artículo de los amigos de Gurusblog. Entre los usuarios de Unience, el tema también ha sido muy criticado .
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