Allianz Global Investors
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Los bonos verdes, una iniciativa necesaria para el planeta

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1,6 billones de dólares. Esta es la cifra que alcanzaron los bonos sostenibles en 2021. Puede parecer una cantidad relativamente pequeña, sobre todo si se compara con la emisión de bonos no sostenibles, pero los pasos hacia la transformación energética han hecho duplicar la cifra en solo un año; y las previsiones indican que la tendencia irá en aumento. La Unión Europea, con el Fondo de Recuperación Next Generation, cuya primera emisión se llevó a cabo el pasado ejercicio por un valor de 250.000 millones de euros, será uno de los actores que contribuyan al incremento.

Es más, la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP26) y la Conferencia sobre la Diversidad biológica (COP15) concluyeron con el compromiso de más de 100 países de situar la biodiversidad y la protección de los ecosistemas en el centro de las políticas. Y en este compromiso, el crecimiento más rápido para temas de sostenibilidad en la emisión de deuda provino de los bonos verdes, al alcanzar los 450.000 millones de dólares en todo el mundo. Un montante que, según las previsiones, superará el billón de dólares en 2023. No hay duda de la que la inversión sostenible y los pasos para la mejora del cambio climático están en nuestro día a día, pero no era así hace no muchos años. El primero en dar el pistoletazo de salida fue el Banco Europeo de Inversiones al emitir el primer bono verde de la historia en 2007: el Bono con Conciencia Climática (CAB). Un año más tarde, en 2008, el Banco Mundial llevó a cabo su primera emisión.

Pero el reto de reducir los niveles de carbono no puede cumplirse únicamente con inversión pública. Según la Agencia Internacional de Energía, si se quieren lograr las cero emisiones netas para 2050, la inversión anual para lograr la transición energética debería alcanzar los cuatro billones de dólares en 2030, lo que implica triplicar las cifras actuales. La necesidad, por tanto, de la colaboración público-privada resulta imperiosa. Ante esta realidad, en 2013 nació el primer bono verde corporativo. El acontecimiento tuvo como protagonista a la compañía sueca Vasakronan, dedicada al sector inmobiliario. Respecto a la emisión de bonos verdes soberanos, Polonia fue el país pionero en 2016.

Diferentes hitos se han producido desde entonces. En 2018, la Unión Europea anunció su Plan de acción en materia de finanzas sostenibles; y dos años después, en 2020, publicó el ​​Reglamento de Taxonomía de la Unión Europea, que traduce los objetivos climáticos y medioambientales en criterios para actividades económicas específicas con fines de inversión. Ese mismo año, además, se alcanzó el récord de un billón de dólares emitidos en bonos verdes desde su origen en 2007.

Alemania, seguido de Estados Unidos, Reino Unido y China son los países que lideran el ranking de emisión de bonos sostenibles con datos del tercer trimestre de 2021. Por su parte, España se sitúa en la sexta posición mundial. No es casualidad que todo tipo de naciones muestren un interés creciente por este vehículo. La fuerte demanda de los inversores de la inversión sostenible y la pandemia por Covid-19 han supuesto un punto de inflexión, hasta el punto de que las emisiones con sello ASG, las siglas que se identifican con criterios ambientales, sociales de buen gobierno corporativo, están facilitando a los emisores un menor coste de financiación.

Es por ello que la existencia de una legislación exhaustiva que regule las emisiones verdes se ha vuelto una necesidad. Por, ello en julio de 2021, la Unión Europea puso el foco en uno de los eslabones más sensibles de toda la cadena de las finanzas sostenibles: los asesores externos que asignan los ratings ASG. Así la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA, por sus siglas en inglés) puede sancionar a partir de ahora con hasta 200.000 euros a aquellos que avalen de forma intencionada o negligente una inversión verde que en realidad no lo sea. Además, ha puesto en marcha un sello de calidad voluntario para todas las emisiones.

En definitiva, la Unión Europea busca con cada paso consolidarse como referente de las finanzas sostenibles a nivel mundial. Y no es de extrañar porque, 15 años después de que naciese el primer bono verde, cada vez son más las gestoras que, comprometidas con el cambio climático, cuentan con fondos de inversión ASG. Es el caso de Allianz Global Investors, que, entre otros proyectos, apoya el desarrollo de parques eólicos en alta mar y la conversión de centrales eléctricas, tradicionalmente alimentadas por combustibles fósiles, para que comiencen a funcionar con biomasa y fuentes de energías renovables. El objetivo último: reducir las emisiones de CO2 para lograr la transición hacia una economía sostenible.

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