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Robots humanoides: ¿la próxima gran revolución?

Robots humanoides: ¿la próxima gran revolución?

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Virginie Maisonneuve, CIO of Global Equity y Lika Huang Product Specialist China Equity de Allianz GI.

En los últimos años, la atención mediática sobre China ha estado dominada por preocupaciones macroeconómicas como las tensiones geopolíticas, la debilidad del sector inmobiliario o las presiones deflacionistas. Este foco ha desviado el interés de los inversores del rápido desarrollo tecnológico del país, especialmente en el campo de la inteligencia artificial y la robótica.

Las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos para limitar el acceso de China a componentes tecnológicos avanzados han tenido un efecto contrario al esperado: han impulsado la autosuficiencia china en industrias clave. Un ejemplo de este dinamismo es el reciente lanzamiento de DeepSeek, la respuesta china a ChatGPT.

En este contexto, los robots humanoides emergen como una tecnología con potencial transformador. A diferencia de los robots industriales, están diseñados para imitar la forma y el comportamiento humanos. Aunque su presencia se asociaba tradicionalmente a la ciencia ficción, los avances en inteligencia artificial y hardware han acelerado su desarrollo y acercado su integración en la vida diaria.

Uno de los hitos más visibles fue el CES 2025, donde catorce modelos de robots humanoides, incluidos varios desarrollados por empresas chinas, se presentaron ante el público. El consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, afirmó que "el momento ChatGPT para la robótica está a la vuelta de la esquina", y proyectó un mercado de mil millones de robots humanoides en los próximos años.

Se estima que este mercado alcanzará un valor de 38.000 millones de dólares en 2035.
Las aplicaciones potenciales son amplias: desde la cirugía de alta precisión —con una empresa coreana que ya ha recibido el visto bueno de la FDA para operar el cerebro—, hasta la logística, la educación o el cuidado asistencial. Empresas como Amazon ya los están probando en almacenes para tareas repetitivas o físicamente exigentes.

Aunque el protagonismo en este sector se ha centrado en empresas estadounidenses, China desempeña un papel esencial como proveedor de componentes clave: sensores, sistemas de control, motores, baterías y semiconductores. Su capacidad industrial y sus cadenas de valor integradas reducen cada vez más la brecha de calidad con los fabricantes occidentales y japoneses.

China lidera también en número de patentes de robótica (alrededor de dos tercios del total mundial) y ha sido el principal mercado de robots industriales durante más de una década. Esa experiencia le proporciona una base sólida para avanzar en robótica humanoide, como demuestra la presencia de cuatro fabricantes chinos entre los catorce participantes del CES.

Más allá de los entornos industriales, los humanoides ya forman parte del día a día en China: trabajan en hoteles, sirven en restaurantes, y hasta han participado en el espectáculo televisivo del Año Nuevo Lunar, visto por más de mil millones de personas, donde interpretaron una danza tradicional junto a bailarines profesionales.

Conclusión

El objetivo de China a largo plazo es transformar su modelo económico hacia una manufactura tecnológicamente intensiva, reduciendo su dependencia del sector inmobiliario e infraestructural. En ese camino, la robótica humanoide no es una curiosidad, sino una de las muchas áreas donde el país está consolidando una posición de liderazgo. Para los inversores, esto puede significar un universo de oportunidades cada vez más dinámico y diversificado.

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