Evitar la "trampa de lo simple" en la inversión
El cerebro humano es una criatura de hábitos. No hay nada que le guste más que la comodidad del hogar. Esto no significa que no sienta curiosidad de vez en cuando: unas vacaciones en Tailandia o Venecia pueden aportar un momento de emoción, al igual que un plato de barbacoa coreana o un falafel libanés. Pero, en general, prefiere el entorno familiar: la familia, la ciudad natal, el país de origen.
Esta tendencia también se refleja en nuestros patrones de consumo, especialmente cuando hay grandes sumas de dinero en juego. Por ejemplo, tenemos preferencias marcadas por lo conocido: alemanes fieles a Volkswagen y BMW, franceses a Renault o Peugeot, italianos a Fiat. En inversión, este sesgo doméstico (home bias) lleva a concentrar capital en el mercado local. El caso británico es claro: un 25% de las carteras está en acciones nacionales, cuando Reino Unido representa solo el 4% de la capitalización mundial (Barclays, 2023).
Otro sesgo habitual es el de anclaje. Imagina que invitas a tu pareja, a un buen amigo o a un cliente importante a cenar en un restaurante muy conocido. El primer plato que ves en la carta, destacado en negrita como "especialidad de la casa", es una carne de wagyu por 120 euros. De repente, la ensalada de productos locales por 55 euros parece una opción bastante atractiva. Lo mismo ocurre con la carta de vinos, que ofrece botellas desde 15 euros hasta más de 1.000. Aunque la ocasión no justifique el vino más caro de la lista, tampoco quieres parecer tacaño, así que acabas eligiendo una botella en el tramo medio de precios. En ambos casos, el restaurante puede haber anclado cuidadosamente tus expectativas, colocando de forma estratégica los artículos más caros en lugares destacados, estableciendo así una referencia inicial y haciendo que el resto de las opciones parezcan relativamente más baratas.
El sesgo de anclaje también está muy presente en el mundo de las finanzas. Un índice que alcanza un número récord o una empresa que supera una capitalización simbólica tienden a captar nuestra atención, aunque su relevancia económica sea relativa. Igual que en un restaurante donde un plato carísimo hace que otro parezca una ganga, en los mercados este efecto puede llevar a decisiones precipitadas.
Dominar la complejidad: cómo Best Styles evita los sesgos de encuadre y de anclaje
La estrategia Best Styles combate estos sesgos con un enfoque sistemático de renta variable basado en un índice global como el MSCI World. Analiza más de 30.000 acciones y mantiene ponderaciones regionales y sectoriales equilibradas para asegurar diversificación real.
- Sin concentraciones geográficas o sectoriales.
- Evaluación multidimensional: cada acción se analiza según distintos estilos de inversión, evitando etiquetas fijas.
- Cifras en contexto: se prioriza la comparabilidad y la calidad de datos frente a titulares llamativos.
Este método reduce la influencia de sesgos conductuales y amplía el universo de oportunidades, con el mercado como referencia dinámica.