Por qué las TIR bajas han llegado para quedarse
¿Es la renta fija todavía atractiva? Jon Day, gestor de renta fija en Newton1, nos ofrece su opinión sobre lo que gusta y lo que no en los mercados de renta fija.
Los inversores tendrán que aprender a apreciar las rentas bajas durante algún tiempo. Ese fue el mensaje de Jon Day, gestor de renta fija global en Newton, durante un reciente desayuno de trabajo en el que explicó cómo dos tendencias estructurales a largo plazo están ayudando a mantener la inflación contenida.
Por un lado, el envejecimiento poblacional hace que la gente — y en particular el grupo de los baby boomers en las economías desarrolladas— no solo gaste menos, sino que también elimine riesgo de sus carteras y se aleje de la renta variable a favor de la renta fija. Por otro, internet, la conectividad y el poder del comercio electrónico conducen a una mayor visibilidad del precio de los bienes de consumo.
“Es el efecto Amazon”, comentó Day. “A las compañías les resulta cada vez más difícil subir precios. Tengo amigos en Australia, por ejemplo, que ahora compran sus trajes en el Reino Unido y se los hacen enviar desde allí porque saben que es más barato que comprárselos en su propio país. Pero esto ocurre en todos los sectores de actividad y en todo el mundo. Combinadas, estas dos tendencias —envejecimiento e innovación tecnológic — son inherentemente deflacionarias. No digo que la inflación haya muerto, pero es indudable que le cuesta levantar cabeza ante tendencias seculares a largo plazo.
Si a esto le añadimos políticas monetarias acomodaticias y medidas de expansión cuantitativa —con las que los bancos centrales se convierten en compradores ávidos y omnipresentes de deuda—, el efecto ha sido un descenso de las rentabilidades al vencimiento (TIR) de los bonos prácticamente hasta cero, y en muchos casos hasta niveles negativos.
“Por ejemplo, sé a ciencia cierta que cuando quiero vender un bono, el banco central está dispuesto a comprarlo a cualquier precio, un día tras otro, y una semana tras otra. Su mandato es seguir haciéndolo hasta que la inflación vuelva a hacer acto de presencia. Pero los bancos centrales no son los únicos: todo el mundo está buscando renta desesperadamente. Existe casi un nivel de respaldo por defecto a los precios de los activos debido a la envergadura de la demanda. Ahora mismo, cualquier activo con renta es absorbido por el mercado.”
Consecuencias imprevistas
Según Day, este entorno de TIR bajas tiene consecuencias tanto positivas como negativas. Por un lado, los países con monedas de reserva o cuasireserva pueden financiarse de forma virtualmente gratuita. En el Reino Unido, por ejemplo, la decisión del gobierno de seguir adelante con su plan de construir una red ferroviaria de alta velocidad se ve respaldada por su capacidad para emitir deuda a un coste prácticamente nulo. Japón ha renovado regularmente su deuda durante décadas a un coste muy bajo, y sin consecuencias reales. Estados Unidos mantiene déficits históricamente elevados, pero las TIR de su deuda permanecen en mínimos. Incluso algunos bonos de Grecia —no precisamente un modelo de responsabilidad fiscal que digamos— cotizan en niveles de TIR apenas por encima de cero.
Day: “En muchos sentidos, esta oferta de dinero barato se ha convertido en una forma de «helicóptero monetario». Los gobiernos están destinando estos préstamos a construir infraestructuras o a programas sociales que saben de antemano que gozarán de popularidad.”
La otra cara de la moneda
Pero el dinero barato también tiene desventajas, advirtió el gestor. Permite a entidades con situaciones financieras desastrosas sobrevivir por el mero hecho de que pueden renovar su deuda de forma prácticamente gratuita. En el ámbito corporativo, los incumplimientos pasan a ser raros y el mecanismo tradicional de riesgo/remuneración comienza a desintegrarse al no penalizarse el despilfarro fiscal. Esto trastorna el proceso de descubrimiento de precios, con lo que a las gestoras activas les cuesta cada vez más distinguir entre empresas buenas y malas. Day: “En los mercados de crédito, esto significa que existen muchas empresas zombi, mantenidas con vida de forma artificial. Parte de nuestro trabajo como gestores es entender el coste del riesgo, pero esta tarea nunca había sido tan difícil como ahora.
Posicionamiento actual
No obstante, esto no significa que las gestoras de renta fija carezcan completamente de oportunidades para ganar dinero. “La clave es encontrar partes del mercado de deuda que paguen una renta superior a la inflación”, afirmó Day. “Este es el motivo por el que consideramos tan importante que las gestoras estén dispuestas a adoptar un enfoque sin restricciones”.
En la estrategia Global Dynamic Bond, la cartera está equilibrada entre deuda soberana y crédito, añadiendo riesgo en segmentos del mercado que han mostrado debilidad en las últimas semanas.
En deuda soberana, el equipo continúa infraponderando la Europa continental y el Reino Unido, cuyas TIR permanecen en territorio negativo. En cambio, mantiene posiciones en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.
En deuda corporativa, la estrategia está posicionada para aprovechar las rentabilidades que ofrecen algunas de las empresas más estables de telecomunicaciones y cable del segmento high yield. Day recalcó, eso sí, que este posicionamiento se basa tanto en la calidad y en evitar la perspectiva de incumplimientos como en cualquier previsión sectorial: “Apenas tenemos bonos CCC en cartera. No invertiremos en empresas que consideramos sobreapalancadas o con cargas de deuda excesivas, y también evitamos a los sectores de materias primas y de comercio minorista.”
En mercados emergentes, la asignación en deuda soberana se concentra en bonos denominados en moneda local de países con libertad para recortar sus tipos de interés, o en bonos a corto plazo en divisa fuerte de países con reservas de efectivo y capacidad para refinanciarse si la Reserva Federal estadounidense decidiera subir el precio del dinero.
De cara al futuro, el gestor comentó que el coronavirus ha transformado su previsión para 2020, desde “un año de avance lento, renta constante, riesgo adecuado y una rentabilidad razonable” a uno en que los riesgos se han tornado más prevalentes. Aun así, los inversores descuentan medidas de los bancos centrales en caso de consecuencias económicas serias, de ahí que el mercado no haya mostrado volatilidad por el momento.