¿Ha terminado ya la guerra comercial entre Estados Unidos y China?
Por Anthony Willis, Senior Economist de Columbia Threadneedle Investments
- Hemos visto un resultado positivo en las conversaciones comerciales entre EE. UU. y China durante el fin de semana y, aunque se esperaba cierto avance, la reducción de aranceles ha superado las expectativas.
- Ahora comienza la cuenta atrás para que ambos países negocien la reducción o eliminación de los aranceles recíprocos. Dado el escaso nivel de detalle de estos acuerdos, aún hay margen para alcanzar muchos más pactos antes de la fecha límite de principios de julio. Un acuerdo comercial completo requeriría bastante más tiempo y negociaciones más detalladas.
- Aunque seguirá existiendo incertidumbre, está claro que se trata de un paso muy positivo. Los mercados financieros ya están repuntando con fuerza esta mañana, y anticipamos una recuperación adicional del apetito por el riesgo a medida que los inversores evalúan el potencial de nuevos acuerdos comerciales.
- No debemos olvidar, sin embargo, que los acuerdos comerciales normalmente buscan reducir barreras y costes; estos marcos actuales simplemente garantizan un resultado “menos negativo”. El arancel base del 10 % sigue siendo más alto que cualquier otro desde la década de 1930 y parece haberse convertido en un elemento permanente.
- Por tanto, aunque la guerra comercial esté en una senda de desescalada, seguirá habiendo repercusiones para ciertos países y compañías.
Una vez más, resulta difícil mirar más allá de los aranceles y las negociaciones comerciales como tema dominante en los mercados financieros. Y lo que hemos observado en los últimos días parece marcar el inicio del fin de esta primera ronda de la guerra comercial.
Durante el fin de semana se alcanzó un resultado muy positivo en las conversaciones comerciales entre EE. UU. y China. Aunque se esperaba algún progreso, la significativa reducción de aranceles entre ambos países —aunque solo por un periodo inicial de 90 días— ha superado las expectativas. El arancel estadounidense sobre importaciones chinas se reducirá del 145 % al 30 %, mientras que el arancel chino sobre importaciones de EE. UU. bajará del 125 % al 10 %.
Ante las preocupaciones de que los aranceles punitivos, vigentes desde principios del mes pasado, comenzaban a afectar los datos económicos, el propio secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, ya había reconocido que la situación era insostenible. Sin embargo, el nivel de pragmatismo mostrado y la declaración de esta mañana de que “ninguna de las partes quiere una desvinculación” pone de manifiesto hasta qué punto las dos grandes potencias económicas del mundo siguen estando profundamente interconectadas.
Los acuerdos comerciales suelen reducir barreras y costes; en este caso, los marcos acordados están simplemente logrando un resultado “menos negativo”. Aunque los aranceles punitivos están disminuyendo, el arancel base del 10 % parece tener un carácter más permanente. El presidente Trump ha afirmado que los aranceles generales para los países con grandes superávits comerciales con EE. UU. podrían mantenerse por encima del 10 %: “algunos serán mucho más altos... el 10 % probablemente sea el mínimo”.
En última instancia, no se trata tanto de acuerdos comerciales formales como de marcos para recortar o limitar el alcance de los aranceles impuestos por EE. UU. el mes pasado. En el caso de China, este marco tiene un plazo definido y, por supuesto, el reloj ya corre para avanzar en las negociaciones que permitan reducir o eliminar los aranceles recíprocos. Dado el escaso nivel de detalle de estos acuerdos, aún hay margen para cerrar muchos más antes de la fecha límite de principios de julio.
Un acuerdo comercial completo requeriría bastante más tiempo y negociaciones detalladas, así como la aprobación del Congreso. Pero lo que estamos viendo es una plantilla para que otros países también puedan negociar.
Afortunadamente, dado que los niveles extremadamente altos de aranceles entre EE. UU. y China han estado vigentes solo durante un periodo limitado, el daño económico debería ser relativamente superficial. El adelanto de operaciones antes de la entrada en vigor de los aranceles y la reciente caída de los envíos de China a EE. UU. aún tienen el potencial de distorsionar los datos económicos antes de que estos se estabilicen.
Aunque inevitablemente seguirá habiendo incertidumbre, está claro que este es un paso muy positivo y que ambas partes reconocen que una guerra comercial no beneficiará a ninguna de las dos naciones.
Los mercados financieros ya están repuntando con fuerza a comienzos de semana, y anticipamos una recuperación adicional del apetito por el riesgo a medida que los participantes del mercado valoren el potencial de nuevos acuerdos comerciales en las próximas semanas.
Los titulares de este lunes y de la semana pasada —incluido el “acuerdo” con el Reino Unido— apuntan a que los aranceles seguirán vigentes. Sin embargo, deberían situarse ahora en un nivel que permita al presidente Trump defender que ha tomado medidas para reducir el déficit comercial de EE. UU. y fomentar el retorno de la producción industrial, sin comprometer significativamente la trayectoria económica de aquellos países dispuestos a negociar con EE. UU. un marco de reducción de aranceles.
No obstante, debemos tener presente que, con un arancel base del 10 % y otras tasas aún en vigor, el régimen arancelario estadounidense seguirá siendo el más elevado desde la década de 1930. Así que, aunque la guerra comercial esté en proceso de desescalada, seguirá habiendo impactos para ciertos países y empresas.
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