¿Por qué ha llegado el momento de Europa?
Por Frederic Jeanmaire, Gestor de carteras
Francis Ellison, Gestor de carteras de clientes
Principales conclusiones
- Aunque no se pueden subestimar las perturbaciones ocasionadas por los aranceles, la cambiante coyuntura mundial significa que el Viejo Continente —que prevé una inyección de dinero por valor de 500.000 millones de euros como resultado de la relajación alemana en su normativa de gasto— constituye una oportunidad interesante de inversión.
- Pese a esto, algunos sectores seguirán atravesando dificultades, de ahí que la exposición general no sea el enfoque adecuado. La clave estriba en encontrar «diamantes en bruto», por lo que la selección de valores resulta primordial.
- Creemos que las compañías de alta calidad que exhiben un fuerte poder de fijación de precios, ventajas competitivas duraderas y capacidad para generar flujos de caja sostenibles no solo se beneficiarán de los cambios macroeconómicos europeos, sino que también competirán a escala mundial y obtendrán mejores resultados a largo plazo.
La renta variable del Viejo Continente se ha situado a la zaga de la estadounidense a lo largo de la pasada década, ya que los inversores otorgaban prioridad al dinamismo de los valores tecnológicos del gigante norteamericano. Ahora, sin embargo, en un mundo en el que las suposiciones históricas se cuestionan con frecuencia, creemos que se está produciendo un cambio. Europa ofrece una oportunidad de inversión más atractiva, que se basa en sus propios méritos y no solo en una respuesta ante los problemas del mercado estadounidense. Somos de la opinión de que el Viejo Continente se mantiene firme ante la amenaza de los aranceles estadounidenses, que solo afectan directamente a los exportadores hacia Estados Unidos y cuyo principal objetivo es China.
Europa: la oportunidad actual
Los valores europeos no gozan del favor del inversor, están infravalorados y tienen poca presencia en las carteras, y además rinden menos que sus homólogos de Estados Unidos. Aún así, existe un apetito constante por Europa, especialmente entre inversores europeos. Aunque las dificultades observadas en Estados Unidos —aranceles, inestabilidad política y valoraciones al alza— podría ser motivo suficiente para aumentar el atractivo de la diversificación, hay un conjunto adicional de catalizadores en torno a Europa que podrían impulsar un repunte sostenido de la renta variable.
La decisión de Alemania de relajar el «freno de la deuda» ofrece un punto de inflexión significativo. Este freno era una norma fiscal constitucional que limitaba el endeudamiento público al 0,35% del PIB, lo que, por supuesto, restringía el gasto de capital. Como consecuencia de esta norma, Alemania muestra unos niveles de endeudamiento muy inferiores a los de otras economías europeas (en torno al 62% del PIB, frente al 111% de Francia, el 97% del Reino Unido y el 135% de Italia, por ejemplo). El canciller Friedrich Merz, ha impulsado dos excepciones al freno: un fondo especial de infraestructuras de 500.000 millones de euros, y que los gastos de defensa superiores al 1% del PIB queden excluidos del freno.
No se trata de un ajuste insustancial, sino de un cambio estructural notable, en un país que, en términos históricos, ha sido el más conservador de Europa desde una perspectiva fiscal. Un volumen considerable de inversiones de capital va a inundar la economía europea y podría allanar el camino a movimientos similares en todo el continente, lo que generaría un clima de inversión más propicio en los próximos años.
Es importante destacar que este gasto se destinará a sectores preparados para beneficiarse de la evolución del panorama económico europeo. Los valores de los sectores de defensa, las infraestructuras y la industria con exposición a proyectos alemanes podrían benficiarse considerablemente, y el sentimiento general del mercado ya está repuntando.
La política monetaria constituye otro viento a favor. Aunque podría haber cierto riesgo teórico de tipos de interés en el largo plazo debido al gasto público y de defensa, las finanzas del país no están tensionadas. Por esta razón, no es un problema tan considerable como en otros países europeos. En el Viejo Continente, hay un mayor margen de maniobra para acometer una política de relajación monetaria si se compara con Estados Unidos, ya que los tipos europeos podrían caer por debajo del 1,5% de aquí a finales de 2025, respecto a la cota del 2,25% actual. Este movimiento resultaría propicio para la renta variable europea, en particular, para los sectores sensibles a los tipos de interés, como la banca y el segmento inmobiliario.
En términos globales, una temática dominante son los aranceles, a la que el Viejo Continente no es inmune. Ahora bien, existen dos límites potenciales al daño que causarían a Europa. El primer factor es que un país debe fabricar un producto y exportarlo a Estados Unidos para estar sujeto a los aranceles. Aunque los automóviles, las bebidas alcohólicas y algunos elementos del segmento de lujo se verán afectados, en Europa hay muchas compañías que venden servicios o tecnología, que no son fabricantes. Estos segmentos del sector servicios quedarán protegidos de los aranceles.
Un segundo factor importante reposa en que, en muchos aspectos, los aranceles perjudicarían más a las compañías estadounidenses que a las europeas. La agenda del presidente Trump no es solo excluir a Europa (y a otros) de Estados Unidos, es forzar una reevaluación de la forma en que las compañías estadounidenses llevan a cabo su actividad. La meta es acabar con la deslocalización (offshoring) y devolver al país la producción que ahora se encuentra en ubicaciones más baratas, como México, Vietnam y África. Esto dista mucho de una aversión generalizada hacia Europa, cuya propuesta de penalización arancelaria es mucho más moderada.
El Viejo Continente alberga varios sectores que se hallan en buena posición bajo un prisma estructural. A modo de ejemplo, los artículos de lujo siguen poniendo de manifiesto un fuerte poder de fijación de precios. Incluso frente a los aranceles, algunas marcas europeas de gama alta son insustituibles. Por ejemplo, si un consumidor muestra un gran interés en un bolso de piel de alta gama, hay pocas opciones fabricadas en Estados Unidos. Mientras tanto, las firmas industriales de software y otras tecnológicas europeas sacan partido del crecimiento secular que se deriva de la automatización, la inteligencia artificial y la digitalización de la industria.
La selección de valores es crucial
Aunque Europa sigue revistiendo atractivo a nivel global, la exposición general al mercado no representa la mejor estrategia. Determinados sectores se enfrentarán a dificultades durante años. Los fabricantes europeos de automóviles ya estaban en apuros antes de que llegaran los aranceles, por sus problemas en la cadena de suministro y por un modelo de negocio trastocado por el cambio a los vehículos eléctricos (China tiene tecnología más barata y mejor). El simple hecho de adquirir un fondo cotizado (ETF) de renta variable del Viejo Continente dejaría a los inversores con una ingente exposición a estos sectores en dificultades.
Por esta razón, la selección activa de valores cobra vital relevancia. La clave está en identificar los «diamantes en bruto», es decir, las compañías aisladas de los riesgos macroeconómicos (aranceles) y posicionadas para aprovechar los vientos a favor de Europa (la relajación del freno de la deuda).
Un ejemplo excelente es el gigante alemán de software, SAP, que ahora exhibe una mayor capitalización de mercado que todo el mercado de automoción alemán unido. Este dato viene a reflejar la creciente importancia de la tecnología y de la infraestructura en comparación con el proceso de fabricación tradicional. Los inversores que compran un ETF o un índice con exposición a toda la gama del mercado alemán se ven lastrados por los valores automovilísticos e industriales pesados, de bajos resultados, pero los que se centran en la calidad y en modelos empresariales orientados al futuro pueden capturar alzas significativas y libres de cargas.
La selección de valores es crucial en el sector bancario. Los bancos europeos, especialmente los del sur de Europa, han experimentado una fuerte recuperación en la última década, impulsada por la mejora de los balances y una mayor disciplina de capital. Ahora bien, las mejores oportunidades de inversión reposan en bancos bien capitalizados que presentan sólidos modelos de negocio, y no solo en aquellos que se benefician del repunte de los tipos. La capacidad de selección es clave a la hora de evitar instituciones con malos resultados, al tiempo que se captura la trayectoria alcista en compañías financieras bien posicionados.
La calidad importa
En última instancia, no invertimos en economías, sino en negocios. El mejor determinante del éxito de una compañía es su modelo de negocio, su capacidad para aprovechar las tendencias macroeconómicas y su resiliencia. Esta es la razón por la que la calidad constituye un factor crítico a la hora de invertir en Europa.
Las compañías de alta calidad presentan un sólido poder de fijación de precios, ventajas competitivas duraderas y capacidad para generar rentabilidades sostenibles flujos de caja. En el Viejo Continente, dichas compañías se encuentran en el sector de lujo, en valores industriales especializados y en determinadas compañías tecnológicas. Estos negocios no solo se hallan bien posicionados para aprovechar los giros macroeconómicos que surjan en Europa, sino que además pueden competir a escala mundial.
La calidad es cuestión de resiliencia. Los ciclos económicos aumentan la volatilidad a corto plazo, pero pensamos que las compañías con un posicionamiento sólido, una buena cúpula directiva y una asignación disciplinada del capital obtendrán mejores resultados a largo plazo. La reciente trayectoria de la renta variable europea, segmento en que se ha constatado una contracción de las ganancias, refuerza la importancia de la capacidad de selección. Un enfoque general no captará lo mejor de Europa.
Conclusión
Los argumentos a favor de la renta variable europea son más sólidos que en los últimos años, pero el éxito requiere algo más que reconocer la oportunidad. Aunque el descuento en la valoración que se observa en Europa y la posibilidad de que se produzcan estímulos fiscales y se emprenda una política de relajación monetaria ofrecen un entorno favorable, no todos saldrán ganando. La clave está en centrarse en negocios de alta calidad con un fuerte poder de fijación de precios, modelos de negocio resilientes y con capacidad para sacar partido de las tendencias europeas y mundiales. La selección activa de valores ofrece la mejor vía para aprovechar este potencial.
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