Columbia Threadneedle Investments
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Qué diferencia puede marcar una semana

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Anthony Willis, Economista Sénior , Columbia Threadneedle Investments

 

  • Un alto el fuego provisional entre Irán e Israel ha disparado un rally de alivio en los mercados financieros. El precio del petróleo ha bajado un poco y la renta variable estadounidense cerró la pasada semana en máximos históricos.
  • Con la tensión en Oriente Medio suavizándose, la atención se redirigirá, posiblemente, a los aranceles estadounidenses y al “Big Beautiful Bill” del presidente Trump, que el Congreso busca aprobar antes del 4 de julio.
  • La fecha límite para la negociación arancelaria se acerca y hay consenso en que la mayoría se conformará con el límite base del 10%.
  • Es muy pronto para sacar conclusiones sobre el impacto de los aranceles en la inflación, pero existe una visión creciente de que será limitado.
  •  La Reserva Federal mantiene su postura de “esperar y ver”, pero los mercados continúan descontando un recorte de 25 puntos básicos antes de que termine el año.

  

Hemos vivido otra extraordinaria semana de sucesos geopolíticos, con un resultado considerablemente más benigno que el que tuvimos la semana anterior, gracias a un alto el fuego provisional entre Israel e Irán. Hemos asistido a un rally de alivio en los mercados financieros, especialmente visible en una caída sustancial en el precio del petróleo y con la renta variable estadounidense cerrando la semana en máximos históricos.

La semana comenzó con la posibilidad de que Estados Unidos terminara sumida en un conflicto mayor, tras su ataque a las instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, la respuesta de Irán fue más bien simbólica y diseñada para una audiencia doméstica y no tanto una provocación mayor a la nación norteamericana.

Como resultado de la limitada respuesta iraní, Estados Unidos, Israel e Irán han tomado el sendero hacia un alto el fuego, en lugar de avanzar hacia una prolongación del conflicto. El presidente Trump declaró que “la guerra de los 12 días” había concluido, después de que Israel e Irán accedieran a un alto el fuego mediado por Estados Unidos, anunciando un posible final a dos semanas de conflicto entre los rivales regionales.

Hay una diferencia considerable entre un alto el fuego, un acuerdo de paz y una derrota militar y, desde un punto de vista geopolítico, Oriente Medio continúa siendo un territorio muy inestable. Israel e Irán son enemigos jurados, e Israel continuará actuando para asegurarse de que Irán no logra construir armas nucleares. Esto significa que cualquier señal de progreso de Irán en esta línea podría derivar en un retorno de las hostilidades.

Sin embargo, para los mercados financieros, podemos pasar página y las preocupaciones por repuntes del precio del petróleo como consecuencia del cierre del estrecho de Ormuz o por ataques de Estados Unidos pueden ser enterradas por ahora. De ahí la caída del petróleo durante los últimos días, hasta niveles vistos por última vez antes del ataque de Israel sobre Irán de comienzos de junio. Antes de la reciente escalada, se esperaba que el precio del petróleo se situara en torno a los 60 dólares para finales de año, gracias a una oferta abundante y una demanda suave. Ayer por la mañana, el Brent se comercializaba a 67 dólares el barril, mostrando aún algo de riesgo por la situación geopolítica pero lejos de los 81 dólares por barril que vimos el lunes anterior, y muy alejado de los niveles por encima de los 100 dólares el barril que podrían afectar realmente al apetito por el riesgo.

Con las tensiones en Oriente Medio perdiendo protagonismo en los titulares, la atención podría volver a centrarse en otros dos temas que han dominado los mercados financieros este año: la guerra comercial y el presupuesto de EE. UU. El presidente Trump sigue presionando al Congreso para que apruebe la "Big Beautiful Bill" antes del 4 de julio, por lo que las próximas 48 horas serán clave para cumplir con este plazo y permitir que los mercados asimilen qué se incluye y qué no en la versión final, así como cuánto incrementará el déficit estadounidense en la próxima década.

Mientras tanto, se acerca la fecha límite del 9 de julio para cerrar “acuerdos” comerciales que eviten la imposición de aranceles recíprocos. Estamos muy lejos de los 90 acuerdos en los 90 días que prometió el presidente Trump, pero la opinión generalizada parece ser que EE. UU. no irá mucho más allá del arancel base del 10%, aunque esto podría no aplicarse a todos sus socios comerciales. También parece probable que los países que estén avanzando en las negociaciones puedan recibir algo más de tiempo tras el 9 de julio; otros, en cambio, puede que no tengan la misma suerte.

También va tomando fuerza la idea de que los aranceles no tendrán un impacto significativo en la inflación, aunque podría decirse que todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones, ya que los aranceles solo llevan en vigor unos pocos meses y en niveles variables. La historia demuestra que suele haber un desfase de al menos tres meses antes de que las subidas de aranceles se trasladen a los precios, por lo que es prematuro extraer conclusiones. El arancel del 20 % sobre las lavadoras en 2018 tardó unos tres o cuatro meses en repercutir en los precios. En los datos de inflación de mayo ya se observaron indicios de aumentos en algunos sectores, como los repuestos de automóviles. Aun así, dado el repunte de inventarios previo a la entrada en vigor de los aranceles, muchos de los productos a la venta en mayo —cuando el IPC fue “moderado”— probablemente se habían importado antes de que se aplicaran. Parece que algunas compañías se muestran reacias a trasladar las subidas de precios hasta tener una mayor visibilidad sobre dónde se estabilizarán los aranceles a largo plazo.

Los mercados están descontando dos recortes de tipos de 25 puntos básicos en EE. UU. antes de que acabe el año, previsiblemente en septiembre y diciembre. Por ahora, no hay motivos para que la Reserva Federal modifique su política: ni la inflación ni el desempleo indican la necesidad de una acción inmediata y, con la incertidumbre que aún persiste, tiene sentido que la Fed adopte un enfoque de “esperar y ver” durante el verano, con la esperanza de contar con algo más de claridad de cara a septiembre. No obstante, algunas lecturas del IPC más moderadas en EE. UU. podrían hacer que las presiones para recortar tipos aumenten notablemente, especialmente desde la Casa Blanca.

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