Perspectivas para renta variable: Del vaso medio lleno al vaso medio vacío
La renta variable estadounidense cayó en febrero en lo que parece, al menos en parte, un caso de complacencia. Hasta mediados de febrero, el mercado se centraba en los aspectos positivos del programa de Trump y prefería no detenerse en los posibles aspectos negativos. Eso cambió bruscamente cuando quedó claro que Trump hablaba en serio sobre los aranceles.
Las implicaciones de estos aranceles, junto con el control de la inmigración y los recortes del gasto relacionados con el DOGE, serían un aumento de los costes y los precios, lo que supondría dificultades a corto plazo para el crecimiento y presiones al alza sobre la inflación. Con los datos mensuales del IPC interanual en aumento desde septiembre, lo que indica una inflación persistente, el “efecto Trump” a lomos del crecimiento mutó en una trayectoria de estanflación.
Aunque las señales técnicas de la renta variable estadounidense sugieren que podríamos asistir a un cierto repunte a corto plazo, dada la magnitud y la rapidez de las recientes caídas, las perspectivas fundamentales son inciertas, dada la confluencia de incertidumbres en materia de políticas que repercutirán en las decisiones empresariales.Además, la inflación persistente y la respuesta de la Reserva Federal podrían plantear problemas.
Los bonos y las acciones han mantenido una correlación negativa desde septiembre y esta situación se vio reforzada a finales de año cuando los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años superaron el 4,5%, un umbral que el mercado parece interpretar como una mayor probabilidad de ralentización del crecimiento. Los rendimientos se mantienen en torno al 4,3%, por lo que continúan en la zona de mayor riesgo pero, aunque sigan bajando, puede que no ayuden a la renta variable si las expectativas de crecimiento disminuyen en paralelo. En consecuencia, creemos que en EE.UU. tiene sentido adoptar un enfoque prudente, con un mayor peso de los valores de calidad.
En Europa, la historia fue muy diferente a la de EE.UU. En la edición del mes pasado, mi compañera Natalie Briggs comentó que los inversores no debían descartar a Europa y su comentario fue muy oportuno, ya que el índice Stoxx 600 europeo sube un 9,2% este año hasta el 5 de marzo.
El sector tecnológico chino también ha resurgido. DeepSeek supuso un gran impulso, pero la dirección ya quedó establecida el año pasado tras el importante paquete de estímulo monetarios que lanzó China en septiembre y los claros indicios de que las autoridades estaban cambiando su actitud hacia la regulación de la tecnología y volviendo a apostar por el sector. Estos factores sentaron las bases, de modo que, cuando se anunció el modelo R1 de DeepSeek, las acciones tecnológicas chinas se dispararon.
El principal punto en común entre Europa y China era que ambos mercados presentaban valoraciones extraordinariamente bajas y perspectivas muy sombrías, lo que significaba que el sentimiento cambiaría enormemente a poco que mejoraran las noticias.
Vemos margen para nuevos avances en Europa y China. Después de un buen comienzo este año, es probable que el ritmo de la tendencia alcista disminuya, pero dado que el punto de partida se situaba cerca de mínimos históricos, el ascenso podría continuar, especialmente si vemos estímulos presupuestarios en China, una solución al conflicto de Ucrania, nuevos recortes de tipos del BCE frente a una Fed cada vez más restrictiva, y si las elecciones de Alemania conducen a unas reglas fiscales más relajadas, lo que podría ser un momento decisivo para los mercados europeos.
Ilga Haubelt
Responsable de renta variable para Europa
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