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Fidelity: China vuelve a alimentar el crecimiento invirtiendo en infraestructuras
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Fidelity: China vuelve a alimentar el crecimiento invirtiendo en infraestructuras

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Operarios instalan aerogeneradores en una central eólica en la provincia de Jiangxi. La inversión en infraestructuras probablemente ayude a la economía china a dejar atrás las repercusiones de la pandemia de COVID-19.  (Fotografía de Deng Heping/VCG a través de Getty Images) 

Ante el desplome previsto de las exportaciones y las dificultades del consumo para dejar atrás las repercusiones del coronavirus, China está recuperando una receta conocida para estimular el crecimiento: invertir en infraestructuras.

Gastar miles de millones en un “gallo de hierro” podría sonar a estrategia económica cuestionable, pero durante años ha sido para China una forma segura de mantener la actividad cuando el crecimiento entra en un bache.

Tie gongji, literalmente “gallo de hierro”, es un juego de palabras en chino para aludir a los ferrocarriles, las carreteras y las infraestructuras. La expresión comenzó a calar después de que China gastara alrededor de 4 billones de yuanes (560.000 millones de dólares a los tipos de cambio actuales) para sacar a la economía de la crisis financiera mundial de 2008.

Hoy, la resaca económica de la pandemia vuelve a elevar el atractivo de destinar grandes cantidades de dinero a estos proyectos. Esta vez la diferencia estriba en que el gasto será más específico y probablemente se centre tanto en las infraestructuras antiguas como en las nuevas: carreteras y puentes, pero también proyectos de energías renovables y despliegue de redes 5G.

El pasado viernes, durante el discurso con el que dieron comienzo las reuniones anuales de la Asamblea Popular Nacional en Pekín, el primer ministro chino Li Keqiang anunció que el déficit público aumentará 1 billón de yuanes en 2020 y también que el objetivo oficial de déficit se situaría por encima del 3,6% del PIB, frente al 2,8% de 2019.

Por primera vez en décadas, China no ha fijado un objetivo oficial de crecimiento anual del PIB, ya que la pandemia de coronavirus ha desdibujado las previsiones económicas. La economía se contrajo un 6,8% en el primer trimestre después de crecer un 6,1% en todo 2019.

En busca de motores de crecimiento

Las pésimas perspectivas del sector exportador están empujando a China a elevar la inversión en infraestructuras. Las exportaciones están sufriendo ante la caída en picado de la demanda de productos chinos en Europa y EE.UU. Tras un descenso del 6,4% en los primeros cuatro meses, las exportaciones apenas emiten señales de mejoría y probablemente supongan un lastre durante el resto del año. Todo depende en gran medida de la rapidez con que los países occidentales puedan contener la propagación del virus y devolver la actividad económica a niveles próximos a la normalidad.

También creo que el consumo tendrá un efecto neutral sobre el crecimiento este año. Aunque el gasto de consumo está dejando atrás los niveles de febrero y marzo, la recuperación sigue siendo débil y desigual. Las perspectivas económicas inciertas y el temor a un rebrote están limitando las compras discrecionales. No es realista pensar que se producirá una recuperación del consumo en forma de V que espolee el crecimiento del PIB.

Tampoco espero que la inversión empresarial ayude mucho en este sentido ya que los empresarios son, en general, reacios a gastar en un contexto de demanda débil. Las tensiones comerciales que mantienen China y EE.UU. han mermado la confianza de las empresas.

Verter hormigón, y más

A consecuencia de ello, considero que el gasto en infraestructuras es el arma anticíclica más importante que le queda a China en su arsenal. Aunque existe el riesgo de que aumente el endeudamiento, los proyectos de infraestructuras suelen tener efectos inmediatos en forma de empujón al crecimiento y creación de empleo. Pensamos que la inversión en infraestructuras crecerá ligeramente por debajo del 10% este año, lo que ayudará a preservar el empleo y mantener la estabilidad social.

La producción industrial de China creció un 3,9% interanual en abril, con lo que se recuperó de la caída del 1,1% de marzo y el hundimiento del 13,5% de los dos primeros meses. El gasto en infraestructuras aumentó un 4,8% en abril y corrigió en parte el descenso del 8% del mes de marzo.

En su discurso del pasado viernes, el primer ministro Li declaró que el gobierno pretende contener la tasa de paro en alrededor del 6% este año y que su objetivo es crear alrededor de 9 millones de empleos en las ciudades.

Los proyectos tradicionales, como las carreteras y los puentes, tendrán un papel destacado. Al mismo tiempo, los medios chinos han hablado de proyectos para construir “nuevas infraestructuras” durante los últimos meses, lo que supuestamente engloba tecnologías avanzadas como las redes 5G, la automatización y la inteligencia artificial.

Los proyectos “gallo de hierro” tradicionales suelen generar un impulso económico más rápido, ya que a menudo los emprenden empresas estatales que suelen tener un acceso más rápido a financiación y no solo se rigen por consideraciones comerciales. El riesgo es que algunos de ellos terminen siendo elefantes blancos con escasos efectos beneficiosos a largo plazo. Por otro lado, a través de proyectos de infraestructuras de alta tecnología, como las plantas de tratamiento de aguas residuales, las líneas de tren de alta velocidad, las redes 5G o los aerogeneradores, las autoridades esperan aportar más valor comercial y, al mismo tiempo, crear empleo e impulsar la productividad.

¿Cómo de grande va a ser?

Esperamos más estímulos presupuestarios, pero probablemente estos sean más específicos y eviten el enfoque “regadera” que China adoptó tras la crisis de 2008.

La ausencia de un objetivo oficial de crecimiento para 2020 dificulta la tarea de calibrar el tamaño del posible paquete de estímulos. Entretanto, el nuevo objetivo de déficit público nacional nos da una idea aproximada, al igual que la emisión de los denominados “bonos especiales”. En su discurso del viernes, el primer ministro Li esbozó sus planes para emitir 4,75 billones de yuanes en bonos especiales este año, lo que incluye 3,75 billones para las administraciones locales y 1 billón para la administración central. Pensamos que estas cifras apuntan a que se dispondrá de un considerable volumen de financiación para invertir en infraestructuras.

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