Por qué las decisiones de inversión no son siempre racionales
Los experimentos en el ámbito de las finanzas conductuales han demostrado que los inversores están lejos de ser racionales en la práctica. De hecho, cuando los inversores se enfrentan a la complejidad y la incertidumbre, las pruebas demuestran sistemáticamente que recurrimos a reglas generales o atajos para la toma de decisiones.
Las investigaciones sugieren que nuestros cerebros tienen dos sistemas cognitivos para tomar decisiones: el Sistema 1, de pensamiento rápido, y el Sistema 2, de pensamiento lento.
El Sistema 1 es automático y a menudo inconsciente; es la parte evolutivamente más antigua de nuestro cerebro, controla las reacciones de lucha o huida y responde ante el entorno lo más rápido posible, especialmente en momentos de peligro.
El Sistema 2 es la parte más moderna de nuestro cerebro y se activa
para resolver problemas que requieren cálculos o reflexión. Los
inversores suelen recurrir al Sistema 1, que es automático y
emocional, durante los periodos de
tensiones e incertidumbre, en
lugar de usar el Sistema 2, reflexivo y racional.
Fuente: Datastream, enero de 2016.
Por otro lado, existen dos grandes sesgos cognitivos que se dejan sentir durante las fases de tensiones en los mercados y que obligan a los inversores a capitular (el que decide es el Sistema 1) y a vender en el momento equivocado por las razones equivocadas: seguir al rebaño y huir de las pérdidas.
La necesidad imperiosa de hacer lo que hacen los demás es un sesgo
especialmente fuerte en el comportamiento humano que ha contribuido al
desarrollo social, pero no siempre ha ayudado a la hora de invertir.
Una de las consecuencias más graves que se derivan de seguir a
la manada es que los inversores terminan comprando cuando los precios
están altos y vendiendo cuando los precios están baratos. Esto se
conoce como "perseguir al
mercado" y es una estrategia
de inversión nefasta.
En realidad, es mejor hacer lo contrario: comprar cuando otros tienen miedo y los precios están bajos y vender cuando los demás quieren comprar y los precios están altos. Los mejores inversores lo saben, pero para muchos de nosotros, ir contra el rebaño cuesta mucho, ya que tenemos que luchar contra nuestras emociones.
El segundo sesgo, el rechazo a las pérdidas, es uno de los sesgos
conductuales más importantes en la inversión. Los
experimentos
demuestran que las personas optan por la opción segura en juegos
que ofrecen ganancias, pero optan por el riesgo en juegos que implican
pérdidas, y que sentimos el dolor de una pérdida aproximadamente el
doble que la alegría por una ganancia.