Consideraciones para los inversores preocupados por la desaceleración
La recuperación de EE.UU. es ahora la más larga registrada. No hay nada que indique que vaya a acabar en un futuro próximo. Pero como ya hablamos en nuestro folleto Ajustar el dial1 las expansiones no duran eternamente. Para los inversores que están preocupados por la bajada en el mercado de renta variable, hemos destacado una serie de cambios en la asignación que podrían aumentar la resiliencia de una cartera.
1.- Pasar a una posición neutral en renta variable pero evitando las infraponderaciones
En el periodo previo al comienzo de una recesión en EEUU la renta variable puede ofrecer rentabilidades positivas. Esto subraya el riesgo de empezar a estar infraponderados en renta variable demasiado pronto. Por ejemplo, un inversor que se precipitara a reducir sus posiciones ante la burbuja puntocom se habría perdido una rentabilidad del 39% en los dos años finales, o del 19% en el último año, del rally del S&P 500. Pero una vez que el mercado empieza a descontar la recesión, la renta variable tiene dificultades. Los mercados alcanzan su punto máximo en algún momento entre cero y 13 meses antes del comienzo de la recesión. Dada la dificultad de determinar con precisión cuándo alcanzan los mercados su punto máximo y mínimo, es posible que los inversores prefieran acercarse a una posición neutral en renta variable en la última fase del ciclo económico.
2.- Seguir diversificados por regiones en renta variable
Un cambio en la asignación regional rara vez ayuda a proteger la rentabilidad en una corrección de mercado. Es posible que los inversores preocupados por una potencial recesión en EEUU tengan la tentación de cambiar la renta variable de EEUU por la de otros mercados, pero suele suceder que durante las recesiones de EEUU descienden los mercados de valores de todas las regiones, en ocasiones incluso más que la renta variable de EEUU. Por lo tanto, no está claro que el temor a una recesión en EEUU tenga que provocar una huida de los inversores de la renta variable de EEUU hacia la de otros mercados. Normalmente, salen más beneficiados si mantienen una cartera diversificada por regiones.
3.- Alejarse de las sobreponderaciones en la renta variable de mediana y pequeña capitalización
Los valores de pequeña capitalización tuvieron una rentabilidad inferior a la del mercado durante la última crisis. Tuvieron un rendimiento inferior al mercado durante la última recesión. Existe el riesgo de que las empresas de pequeña capitalización vuelvan a tener resultados inferiores en la próxima crisis.
4.- Reconsiderar las sobreponderaciones en las acciones de crecimiento, añadir acciones de calidad y valor
Las acciones de crecimiento con frecuencia tienen una rentabilidad inferior a las acciones de valor durante los periodos bajistas del S&P 500. La excepción evidente ha sido la crisis financiera global, en la que el valor tuvo rentabilidad inferior, aunque esto se debió a la alta ponderación de las financieras en el índice de valor durante una crisis en el sistema financiero de EEUU. Ahora, con los bancos mucho mejor capitalizados de lo que estaban antes de la última crisis, la próxima recesión probablemente será una recesión “normal” y es menos probable que se convierta en una crisis financiera. Las acciones valor suelen batir con fuerza a las de crecimiento cuando durante el periodo precedente a la recesión, la rentabilidad relativa de los valores de crecimiento ha sido marcadamente elevada, como sucedió durante la burbuja de las puntocom.
Como su nombre indica, se podría esperar que las acciones valor sean más baratas que las de crecimiento, pero la diferencia de precio es ahora la más amplia desde 2004.
Las acciones de calidad (definidas aquí como aquellas con alta calidad de rentabilidad y beneficios y bajo riesgo financiero, con un foco en la generación de flujo de caja elevado) son el único estilo de inversión que ha batido la rentabilidad del índice a lo largo de todas las últimas recesiones.
5.- Considerar estrategias de renta fija que puedan cambiar entre regiones, duración y riesgo
Con los tipos de interés todavía en niveles muy bajos, la capacidad para cambiar de una región a otra es clave para aprovechar los mercados de bonos soberanos en los que quede espacio para que los bancos centrales apliquen recortes de tipos y evitar los mercados donde la sostenibilidad de la deuda soberana podría estar en cuestión durante una recesión. El crédito a veces empieza a comportarse peor que los bonos soberanos antes de que la renta variable alcance su punto máximo. Las estrategias que buscan reducir de forma dinámica el riesgo de crédito y aumentar la duración cuando el riesgo de recesión se eleva pueden ayudar a proteger las carteras.
6.- El efectivo y los instrumentos de liquidez de corto vencimiento
Tener efectivo en los últimos años, cuando los tipos reales eran negativos, no tenía mucho sentido. Pero como asignación táctica, el efectivo o los instrumentos de liquidez pueden añadir protección a una cartera y contribuir a que los inversores se sientan cómodos manteniendo cierta asignación a riesgo en otros lugares de sus carteras. En EEUU, las rentabilidades reales han mejorado. La curva también se ha aplanado por lo que los inversores preocupados por el riesgo de duración, que se deriva de la posibilidad de más aumentos de tipos a corto plazo, pueden tener casi la misma rentabilidad con instrumentos de liquidez a corto plazo que con el bono del Tesoro a 10 años. Evidentemente, los inversores también deberían considerar el riesgo de divisa si invierten en una divisa distinta a la de su país.
7.- Considerar estrategias con baja correlación con activos de riesgo
Las estrategias con capacidad de reducir su correlación frente a activos de riesgo pueden ayudar a proteger las carteras en una recesión. Algunos ejemplos son los fondos macro y los fondos de renta variable largocorto, especialmente los que tienen capacidad de reducir su exposición neta a renta variable a cero. Sin embargo, los inversores deberían ser conscientes de que algunos fondos de renta variable largo-corto tienen un beta estructural positivo, aunque inferior a los mercados de renta variable.