Europa está de vuelta
El mercado bursátil estadounidense ha sido el destino de los inversores en una época en que los bajos tipos de interés y la expansión cuantitativa les han obligado a ir en busca de valores de crecimiento. En la última década, el S&P 500 ha repuntado un 335%, mientras que el MSCI Europe solo lo ha hecho un 141% (GRÁFICO 1).
Detrás de la preferencia por la renta variable estadounidense también ha estado un dólar fuerte, que ha ayudado a incrementar las rentabilidades de los inversores y ha alejado de los mercados europeos flujos de fondos que se estiman en 250.000 millones de USD en los últimos tres años naturales (GRÁFICO 2).
Europa en comparación con otras regiones
Si bien suele compararse la renta variable europea con la estadounidense, y ambos mercados siguen estando tan interconectados como siempre, lo cierto es que en la última década se han visto impulsados por dinámicas distintas, entre ellas, el auge de la tecnología estadounidense, las tensiones
geopolíticas y la dispersión de las valoraciones. Sin embargo, muchos de estos condicionantes podrían estar a punto de cambiar debido a la influencia de una mayor regulación, el cambio de liderazgo en la Casa Blanca y la recuperación que se prevé experimenten los beneficios empresariales tras los mínimos registrados en la pandemia.
Fuente: (Arriba) IBES, MSCI, Refinitiv Datastream, J.P. Morgan Asset Management. Ratio PER calculado utilizando las estimaciones de beneficios de IBES para los próximos 12 meses. (Abajo) IBES, MSCI, Refinitiv Datastream, J.P. Morgan Asset Management. El ratio PER ajustado por el ciclo (CAPE) es el ratio precio-beneficios ajustado utilizando los beneficios empresariales medios de los últimos 10 años ajustados por la inflación. La rentabilidad histórica no es un indicador fiable de los resultados actuales ni futuros. Datos a 28 de febrero de 2021.
En comparación con otras empresas similares de Estados Unidos, las empresas europeas también se negocian con descuento. Como en otras regiones, los mercados europeos están polarizados entre acciones de crecimiento que están caras y acciones de valor que están baratas, aunque las primeras están mucho más baratas en Europa. La rentabilidad por dividendo también es atractiva, en torno al 3%, cerca de la media a largo plazo de la región, y ofrece una mejora sustancial respecto a la rentabilidad de los bonos europeos, que en muchos casos es negativa (GRÁFICOS 3A, 3B y 3c).
Los estímulos europeos podrían marcar un punto de inflexión
El avance de Europa siempre se ha visto frenado por el riesgo político y el conservadurismo fiscal de la región. Sin embargo, el programa de estímulos NextGenerationEU, dotado con 750.000 millones de EUR, ha supuesto un gran paso hacia una política fiscal común en la Unión Europea (UE) y está creando un mercado de capitales más profundo e integrado. Los países de la UE ahora tienen las mismas oportunidades de cara a una sólida recuperación tras la crisis de la COVID-19 en lugar de ser países fuertemente endeudados, lastrados por sus limitaciones fiscales.
El Banco Central Europeo (BCE) ha seguido superando los compromisos contraídos al ampliar el horizonte de sus programas de estímulo monetario. Dado que los niveles de inflación son estructuralmente bajos, prevemos que el BCE seguirá ampliando estos programas a lo largo de 2021.
Al respaldar a los mercados de deuda soberana y crédito (GRÁFICO 4), las actuaciones del BCE deberían animar a los gobiernos a mantener los estímulos fiscales, una medida que es imprescindible, sobre todo teniendo en cuenta las actuales restricciones económicas que son necesarias para frenar la propagación de la COVID-19 y sus nuevas variantes.
No deberíamos subestimar la medida en que esa coordinación proactiva fiscal y monetaria en la zona euro constituye una ruptura con el pasado. Los estímulos coordinados han hecho que la preocupación por cuestiones geopolíticas se haya reducido y también han eliminado muchos de los antiguos tabúes de orden político. Pero también han ayudado a mostrar a las poblaciones europeas las ventajas de la UE, reduciéndose de esta forma la prima de riesgo asociada a los activos europeos conforme vamos saliendo de la crisis. En consecuencia, puede que veamos valoraciones de la renta variable más elevadas, diferenciales de la deuda más estrechos y una moneda más fuerte. El enfoque proactivo que han adoptado los líderes europeos han unido más a la UE y todo apunta a que el gasto procíclico se mantendrá una vez superada la pandemia.
También se ha disipado la incertidumbre en torno al Brexit. Las negociaciones habían lastrado el sentimiento durante buena parte de los últimos cuatro años, y si bien quedan puntos por negociar, muchas de las incertidumbres han desaparecido. El acuerdo sobre el Brexit también debería contribuir a una mayor convergencia del crecimiento de los países europeos.
Hacia un futuro más verde
La crisis de la COVID-19 se ha visto como una oportunidad para hacer mejor las cosas y la UE también muestra liderazgo en este ámbito. En el marco del Pacto Verde Europeo, los gobiernos de la UE han aprobado el plan más ambicioso hasta la fecha sobre cambio climático, con el compromiso de invertir más de 500.000 millones de EUR en proyectos verdes que ayuden a que Europa se convierta en el primer continente que alcance la neutralidad en carbono en 2050. En concreto, este compromiso permitirá que los 27 desarrollen fuentes de energía renovables y mejoren sus prácticas agrícolas, fabriquen más vehículos eléctricos, inviertan en tecnologías verdes innovadoras y promuevan la eficiencia energética.
A escala mundial, Europa es líder en generación de energía eléctrica mediante plataformas eólicas marítimas. Sin embargo, alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 implica que será necesario que la energía procedente de fuentes alternativas pase del 20% al 80% de la generación total. Las empresas europeas ya son líderes mundiales en energías renovables, y el Pacto Verde proporciona un impulso aun mayor para que generen escala y desarrollen sus conocimientos expertos. Además, la ventaja de ser los primeros supone que el dominio de Europa se demuestre mediante la asistencia global que presta en este ámbito.
Tras una década de peor comportamiento relativo, reconocemos que las perspectivas no cambiarán de la noche a la mañana y que sigue habiendo retos. La industria manufacturera se ha recuperado, pero el sector servicios continúa rezagado. Además, será fundamental supervisar la capacidad de los países para gestionar sus enormes volúmenes de deuda. No obstante, sostenemos que los factores que provocaban ese peor comportamiento relativo son ahora menos importantes. En general, Europa lleva tiempo sin atraer a los inversores y puede que ahora haya llegado su momento.