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La crisis energética de Europa: ¿qué opciones hay?
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La crisis energética de Europa: ¿qué opciones hay?

En vista de la enorme disminución del flujo de gas ruso a Europa, David Maccarrone, analista de energía, y Fred Barasi, analista de suministros, evalúan el impacto en los sectores de energía y suministros de Europa en plena transición energética.

Abordar la amenaza del gas ruso

Sustituir el petróleo y el gas rusos es un desafío para los gobiernos europeos, pero, con tal de que este invierno sea templado, es probable que baste con las importaciones de gas natural licuado (GNL), una mayor generación de energía por combustión de petróleo y una menor demanda de gas tanto residencial como industrial. A más largo plazo, el suministro de energía debería potenciarse aún más según comiencen a ponerse en marcha los proyectos planificados de energías renovables.

Sin embargo, aunque la amenaza inmediata de escasez de energía puede resultar manejable, los precios de la energía siguen siendo extremadamente altos en términos históricos. El vínculo entre los precios del gas y los precios de la electricidad es otro problema. Si bien las energías renovables y la energía nuclear pueden ser significativamente más baratas en la actualidad, las centrales eléctricas de gas siguen siendo la fuente marginal de generación de electricidad en la mayoría de los países europeos, lo cual mantiene altos los precios de la electricidad.

Romper el vínculo no será fácil ni rápido. El mercado de la electricidad está consolidado desde hace mucho tiempo y las empresas han realizado importantes inversiones en nuevas centrales eléctricas suponiendo que continuará el modelo actual. No obstante, algunos gobiernos están intentando renegociar contratos con operadores eólicos, solares y nucleares a un precio fijo muy por debajo del precio a plazo vigente, con el fin de reducir los costes de energía al por mayor. Numerosos grandes proyectos renovables que se están construyendo ahora, o que se están planificando, también se contratarán a precios de energía fijos muy por debajo de los precios actuales.

El atractivo de los impuestos a los beneficios extraordinarios

La desvinculación de los precios de la electricidad de los precios del gas debería suponer una diferencia importante a largo plazo, especialmente si la crisis conduce de forma más rápida hacia las energías renovables, pero llevará tiempo que entren en funcionamiento nuevos proyectos con precios menores. Mientras tanto, el aumento sin precedentes de los costes de la energía amenaza con socavar la confianza empresarial, afectar al consumo y empujar a muchos hogares a la pobreza energética.

Dado el impacto económico y social potencial, esperamos más acciones por parte de los gobiernos de toda Europa para ayudar a proteger a los hogares y las empresas de lo peor del aumento del precio de la energía. Al mismo tiempo, permitir que las empresas de suministros obtengan cuantiosos beneficios extraordinarios por los precios de la electricidad, que son hasta 10 veces más altos que la media a largo plazo, o permitir que los productores de petróleo y gas obtengan ganancias del considerable aumento de los precios de los combustibles fósiles, no es socialmente aceptable en plena crisis por el coste de la vida. He ahí el atractivo para los gobiernos de los impuestos a los beneficios extraordinarios que buscan financiar máximos para los precios de la energía para los consumidores.

Sin embargo, es posible que gravar a los proveedores de suministros y las empresas de energía de Europa no proporcione toda la liquidez que necesitan los gobiernos. Dado que el coste de limitar las facturas de la energía asciende a cientos de miles de millones de euros, los gobiernos deberán determinar en última instancia cuánto del aumento de los precios pueden atribuir a los consumidores y cuánto están dispuestos —o pueden— absorber ellos mismos. La reciente reacción del mercado a los planes de gasto del gobierno del Reino Unido destaca los riesgos que plantean los estímulos fiscales que se perciben insostenibles.

Suministros y renovables: un impacto diferenciado

La mayoría de los proveedores europeos de electricidad y gas cubren su producción de energía con hasta dos años de anticipación, por lo que sus ganancias no reflejarán completamente los precios actuales hasta alrededor de 2024. Si bien, por tanto, es probable que los beneficios se vean limitados en el futuro mediante impuestos a los beneficios extraordinarios, el flujo de caja es un factor de preocupación más inmediato: diversas empresas de suministros energéticos tradicionales han recurrido a líneas de crédito de emergencia en los últimos meses para obtener la garantía en liquidez necesaria para protegerse contra el aumento de los precios de la electricidad y el gas.

La situación es más positiva para los proveedores de suministros con segmentos importantes de energías renovables. Si bien los beneficios obtenidos por los proveedores de energías renovables también se mantienen bajo control gracias a contratos fijos a largo plazo que se basan en precios de la electricidad muy por debajo del nivel actual, es probable que los precios contratados para las energías eólica y solar aumenten en la próxima ronda de subastas. Dado que los gobiernos desean fomentar la inversión en energías renovables como parte de la transición energética, el impacto de los impuestos a los beneficios extraordinarios relativos a las energías renovables también debería ser menor que para las empresas de energía tradicionales. Como resultado, creemos que la perspectiva es positiva para los beneficios en el sector de las energías renovables a medio plazo.

Petróleo y gas: flujos de ingresos diversificados

Los gobiernos también tienen sus ojos puestos en los beneficios adicionales que obtienen los productores de petróleo y gas como resultado del aumento de los precios del gas. Por tanto, se esperan más impuestos al sector de la energía. Sin embargo, las compañías de petróleo y gas solo pueden contribuir significativamente más a las arcas públicas, dadas las tasas impositivas marginales ya elevadas sobre la producción de petróleo y gas en numerosos países europeos y porque muchas fuentes de beneficios se generan fuera de Europa.

Además, el riesgo para las ganancias que plantea un impuesto sobre los beneficios extraordinarios relativo a los combustibles fósiles se ve mitigado en cierta medida por el hecho de que las empresas integradas de petróleo y gas de Europa vienen diversificando sus flujos de ingresos en detrimento de los combustibles fósiles, acercándose a la producción de energía con bajas emisiones de carbono. Si bien no se ha querido invertir en producción nueva de petróleo y gas debido a las expectativas de una fuerte caída de la demanda en los próximos 10 años, las grandes petroleras han cambiado el equilibrio de su producción de energía acercándose a las energías renovables.

La estrategia general consiste es aprovechar sus fortalezas tradicionales en la extracción de petróleo y gas brindando un mecanismo de protección en torno al gas con el fin de hacer frente a la intermitencia de la generación de energías renovables, complementado con nuevas fuentes de ingresos procedentes del almacenamiento de baterías y soluciones de hidrógeno limpio, y un compromiso con la generación de energías con bajas emisiones en carbono.

Transición energética acelerada

Si bien las compañías de petróleo y gas están abrazando la transición energética, las energías renovables también están en el centro de la respuesta de la Unión Europea a la crisis, gracias a su capacidad de proporcionar fuentes de energía seguras, baratas y bajas en carbono. Si se pueden acelerar los procesos de planificación, los gobiernos tienen la oportunidad de adelantar proyectos existentes y poner en marcha otros nuevos, aumentando significativamente el papel de las energías renovables en la cesta energética.

Ante la necesidad de encontrar alternativas baratas al gas que acelere el paso a las energías renovables, el cambio en la cesta energética de Europa es lo que puede terminar siendo la consecuencia a largo plazo más significativa de la crisis actual para la economía europea. Para los inversores con acciones en suministros y energía, si bien los topes de los precios y los impuestos a los beneficios extraordinarios que decreten los gobiernos pueden afectar a las ganancias, el viento de cola que supone la transición energética debería beneficiar a las empresas de ambos sectores que tienen una alta exposición a las energías renovables y otras fuentes de energía bajas en carbono.


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