Invertir a largo plazo ¿vía acciones o fondos?

Invertir a largo plazo ¿vía acciones o fondos?

Luis García Langa.  Agente Financiero de GVC Gaesco Palma de Mallorca

La historia ha demostrado  que, para quien quiera optimizar sus ahorros a largo plazo, la mejor opción es la  renta variable, ya que a pesar de la volatilidad que presentan los mercados bursátiles, haciéndolo bien,  diversificando y gestionando el capital, ésta se minimiza.

Las opciones más comunes para hacer esta inversión son los  fondos de inversión la compra directa de acciones y las aportaciones a planes de pensiones. Por lo tanto, hay que analizar los factores por los que un inversor se decidirá en utilizar alguno de ellos:

 

1. Diversificación:

Una de las claves para minimizar los riesgos en bolsa es la diversificación, entendiéndola como la  inversión en varios activos poco correlacionados (cuando uno sube, el otro no lo debe hacer en la misma medida).

Los fondos de inversión y los planes de pensiones permiten la inversión en activos de cualquier lugar del mundo, del sector más atractivo y de la moneda con más potencial. Muchos de ellos no requieren mínimo alguno para suscribirlos, por lo que  una cartera, incluso de poco capital, puede distribuirse entre las zonas con más potencial en el mundo.

Con acciones resulta más complicado. Aunque una buena  plataforma de contratación permita comprar acciones de compañías ubicadas en cualquier parte del mundo, el dinero es limitado. Por lo tanto, hay que ceñirse a una cantidad de acciones determinada.

Por otro lado, es importante tener presente la correlación entre las acciones. La típica diversificación comprando acciones de Santander, Telefónica y BBVA no resulta efectiva debido a la alta correlación entre ellas, compartiendo incluso el mismo “ riesgo país“.

2. Gestión profesional:

En principio,  un buen equipo de una gestora de fondos y de pensiones tiene herramientas, conocimientos y recursos para analizar un sector o zona bursátil determinada. Por lo tanto, un inversor particular tiene un hándicap importante en este sentido. Tal vez alguién con conocimientos puede tener controlada la bolsa española, la europea y como mucho la norteamericana, pero es el menor de los casos, y además siempre le quedará pendiente algún análisis.

3. Seguimiento:

Evidentemente, con la tecnología actual resulta sencillo seguir el comportamiento de una cartera de acciones, tanto a nivel gráfico como fundamental. Pero los fondos de inversión y los planes depensiones no se quedan atrás: tanto en la web de la gestora como en externas, el partícipe puede ver la evolución del fondo, la composición de la cartera, los gastos, los gráficos, etc., de tal manera que puede movilizar su dinero en base a las zonas y sectores más atractivos.

4. Liquidez:

Aquí se plantea una clara ventaja para las acciones, pues éstas se pueden  comprar y vender en tiempo real, incluso desde el móvil, colocando  tipos de órdenes en base a las necesidades del inversor (limitadas, stops, OCOs, OSOs, Brackets…). Sin embargo, los fondos y los planes, siendo líquidos, no son tan ágiles como las acciones ni permiten la variabilidad en la tipología de órdenes.

Los  planes de pensiones, por su parte, solo se pueden rescatar en determinadas circunstancias (diez años de antigüedad, jubilación, muerte, paro prolongado…), algo que para algunas personas con necesidades reales puede ser un inconveniente, pero a otras les habrá salvado la jubilación porque posiblemente se lo hubiera gastado en algún capricho.

5. Fiscalidad:

A partir de 2015, cualquier ganancia patrimonial (la generada por fondos o acciones) se integra en la base del ahorro. Sin embargo los fondos, planes de pensiones y acciones tienen una fiscalidad muy diferente entre ellos.

Los fondos ya parten con una ventaja: las ganancias que tienen en su operativa tributan al 1% (igual que las SICAVs), pero no es la única; además,  están exentos los traspasos de fondos, es decir, la reinversión de un fondo en otro (incluso de diferentes gestoras) no tributa. La reinversión en acciones sí.

Esto que parece un simple diferimiento no lo es. En primer lugar, porque tal vez no se pagará nunca, ya que nadie puede calcular gastarse todos sus ahorros en vida. Además, a partir de este año, los mayores de 65 años no pagan por ganancias patrimoniales si lo reinvierten en una renta vitalicia.

Pero aún tributando algún día,  los traspasos permiten diferir el pago de impuestos al momento más adecuado sin asumir riesgos de mercado (para compensar minusvalías, por cambios fiscales, etc.) además de lo importante y rentable que es la recapitalización del beneficio fiscal, es decir,  lo que no se paga en impuestos va generando rendimientos adicionales.

Incluso los rentistas, los inversores que compran para cobrar dividendos, son penalizados fiscalmente sobre todo a partir de este año que se ha eliminado la exención de los primeros 1.500 euros cobrados.  Cada vez que se cobra un dividendo hay que pagar un porcentaje a Hacienda (para 2015, un mínimo del 20%) y, además, lo descuenta del precio de la acción (realmente no se gana pero se paga a Hacienda). Por otro lado, realizar ventas parciales de un fondo de inversión soporta un pago fiscal residual (sólo la parte proporcional correspondiente a la rentabilidad).

Veamos un  ejemplo: una persona que compra 50.000 euros de una acción y cobra un 3% de dividendo deberá pagar al menos 300 euros a Hacienda (20% x 1.500 Euros). Sin embargo, invirtiendo esa misma cantidad en un fondo de inversión, obteniendo un 3% de beneficios, al rescatar los 1.500 euros generados solo pagará a Hacienda 9 euros, pues vende una parte de sus participaciones que se han revalorizado un 3%.

Los  planes de pensiones tienen las mismas características en cuanto a los traspasos, pero además todas  las aportaciones anuales desgravan de la base imponible (con un límite de 8.000 euros). La parte negativa es que, al rescatarlas, todo lo cobrado (aportaciones+ rendimientos) se integra en la base imponible, algo que puede ser peligroso.

A modo personal, y pensando en el largo plazo, creo más adecuada la inversión en fondos de inversión, combinándola con planes de pensiones, ya que la única desventaja que tienen respecto a las acciones, (la facilidad de compra y venta), para inversiones a varios años no resulta relevante.

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