Hace poco la agencia Bloomberg publicó una noticia
que, cuando menos, parece inquietante: durante las últimas semanas de
rebote en los mercados, los directivos de las empresas estadounidenses
han aprovechado para vender acciones. En concreto, según los datos de la
firma Washington Service, lo hicieron al ritmo más alto desde hace dos
años.
Esto supone una mala señal, en un principio, para quienes confían en
que este rebote se vaya mucho más arriba. Se supone que los directivos
de las compañías tienen mejor información sobre la marcha de los
negocios que los inversores. La lógica dice que si los consejeros
delegados, directores generales y presidentes están aprovechando el
primer rebote de envergadura para vender, será porque están viendo esto
como una oportunidad para salir corriendo. Sin embargo, hay quien pone
en tela de juicio estas ideas y asegura que esta vez está siendo
diferente. ¿Por qué? Según estos observadores, los directivos de las
empresas también se habían hiper-endeudado por la confianza en que las
acciones de sus compañías seguirían subiendo. Muchos de ellos habían
estado esperando desde hace tiempo un rebote fuerte para vender y
reducir su apalancamiento, pero el mercado no les había dado una
oportunidad hasta ahora. No sería una buena señal, de todas formas. Si
tuvieran una visión positiva de sus negocios, los directivos harían lo
posible para mantener esos préstamos y sacar provecho de lo barato que
en este caso estarían las acciones. Y un ratio de ocho acciones vendidas
por cada tres compradas parece demasiado drástico. La anterior vez que
estuvo tan alto fue en octubre de 2007, justo antes de que empezara el
desplome que llevó a los índices bursátiles a perder más de la mitad. El
problema, además, no está sólo en las muchas ventas, sino en las escasas
compras de acciones. La cantidad de títulos adquiridos por los insiders
desde mediados de marzo hasta mediados de abril representóla cifra más
baja, si se compara con meses completos, desde 1992. Y entonces también
fue un adelanto de momentos de dudas en los mercados. ¿Se equivocarán
los directivos esta vez? De momento, el resto de indicadores de
sentimiento americanos no muestran un optimismo exagerado que sugiera
fuertes descensos. Por ejemplo, ya hay más inversores particulares
optimistas que pesimistas, un 44% frente a un 33%, de acuerdo con la AAII
, pero estas cifras demuestran que todavía hay muchos inversores
desconfiados con el rebote, y esto sugiere que las subidas pueden
continuar, según las teorías de inversión "contrarians".
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