Taxonomía verde de la Unión Europea, una oportunidad para invertir

Taxonomía verde de la Unión Europea, una oportunidad para invertir

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El cambio climático ya es una realidad. Sus efectos son cada vez más evidentes como el  aumento de las temperaturas medias, el deshielo del Ártico y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Ante este escenario, los gobiernos de todo el mundo se pusieron manos a la obra desde el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático. La Unión Europea se ha comprometido a reducir un 55% las emisiones de gases con efecto invernadero en 2030 respecto a los niveles de 1990. El objetivo final es alcanzar la neutralidad climática en 2050.

Si estos objetivos quieren alcanzarse, la economía mundial está abocada a una profunda transformación. “Ya no hay debate sobre el hecho de que la transición ecológica y energética está en marcha y que nada va a detenerla. Cada día nuevos datos nos advierten sobre la salud del planeta. Los últimos 7 años han sido, con diferencia, los más calurosos del planeta”, señala Alban Préaubert, socio y gestor de fondos en Sycomore Asset Management.

La transición ecológica acaparará una gran inversión en los próximos años. "UBS estimó que para financiar los esfuerzos necesarios para lograr la neutralidad del carbono en 2050 —objetivo que se han fijado la mayoría de las principales economías del mundo (Japón, UE, EEUU, Canadá, Brasil, Australia...)— la necesidad de inversión global anual sería de 5 billones en 2030, es decir, el 4,5% del PIB (frente al 2,5% actual)", apunta Préaubert, gestor del fondo de inversión Sycomore Europe Eco Solutions.q

Esta transformación del modelo económico para hacer frente al cambio climático se ha visto acelerada a raíz de la pandemia del coronavirus. “Los grandes planes de recuperación atribuyen una parte importante de la inversión a la transición ecológica y energética. Este es el caso de Europa, con el Pacto Verde, y de Estados Unidos, con el plan de inversión de 1,75 billones de dólares. Todas las empresas que están aportando soluciones a la transición energética se beneficiarán de los planes de recuperación y de esas inversiones masivas en infraestructuras en todo el mundo", afirma Préaubert.

Las finanzas sostenibles resultan fundamentales para cambiar la economía y dirigir las inversiones hacia aquellas actividades que sean compatibles con los límites del planeta. En este sentido, la Comisión Europea presentó en febrero una propuesta de taxonomía verde con el que pretende hacer más sostenible la economía y acelerar la descarbonización. A pesar de la división de opiniones entre los eurodiputados, el Parlamento Europeo ha aprobado el miércoles 6 de julio la propuesta del Ejecutivo liderado por Ursula von der Leyen

La nueva taxonomía verde es un sistema de clasificación de las actividades económicas que contribuyen al cumplimiento de los objetivos medioambientales de la Unión Europea. Esta clasificación pretende determinar si una actividad es sostenible o no lo es. El objetivo final es ayudar a las empresas y los inversores en la toma de decisiones de inversión identificando las actividades que contribuyen a mitigar el cambio climático. 

"La nueva taxonomía europea establece un sistema de clasificación para las actividades sostenibles y ofrece un marco para que los inversores identifiquen mejor qué empresas están respondiendo favorablemente a los retos de la transición ecológica y energética", explica Préaubert.

Este nuevo marco serviría para aumentar la confianza en las inversiones verdes, aquellas que cumplan con unos criterios alineados con el Pacto Verde Europeo. Se trata también de evitar el denominado greenwashing, es decir, que se intenten promocionar como verdes inversiones que en realidad son perjudiciales para el planeta. 

¿Qué supone que una actividad sea considerada como verde?

Si una actividad es calificada como sostenible puede acceder a la financiación de los fondos verdes comunitarios y a los préstamos del Banco Europeo de Inversiones. Si no es sostenible, tendrá que acudir a los mercados financieros con un coste mucho mayor.

Los expertos consideran que esta nueva clasificación puede convertirse en un catalizador de inversiones hacia actividades respetuosas con el medioambiente. Este sistema ayudará a orientar la financiación hacia las empresas sostenibles. Aunque no se obliga a ninguna compañía a cambiar, se espera una penalización de facto de aquellas que sigan contaminando. “Esta taxonomía verde europea debe aplicarse desde el 1 de enero y tendrá como consecuencia una mayor asignación de flujos hacia las empresas alineadas con esta taxonomía”, apunta Préaubert.

¿Cuándo es considerada una actividad como verde? Serán etiquetadas como verdes las actividades económicas que cumplan uno de estos seis objetivos medioambientales:

  1. Mitigación del cambio climático.
  2. Adaptación al cambio climático.
  3. Protección y uso sostenible del agua y los recursos marinos.
  4. Transición a una economía circular, prevención y reciclaje de residuos.
  5. Prevención y control de la contaminación.
  6. Protección de ecosistemas saludables.

El debate sobre la energía nuclear

La propuesta de la Comisión Europea ha generado un gran debate público al etiquetar como verde las inversiones en la generación de energía eléctrica con gas y las nucleares. La filtración del borrador el pasado 31 de diciembre ha provocado un enorme cisma en el club comunitario, ya que las posiciones están muy distantes. El texto comunitario ha sido respaldado este miércoles por un Parlamento Europeo muy dividido, por 328 votos a favor y 278 en contra. La propuesta todavía necesita el aval del Consejo.

Si se aprueba esta normativa, las centrales nucleares obtendrán la etiqueta verde si se construyen antes de 2045. En el segundo caso, las plantas de generación de electricidad con gas ya construidas se considerarán centrales limpias si emitan menos de 100 gramos de dióxido de carbono (CO₂) por kilovatio hora (kWh), así como las plantas de nueva construcción siempre que emitan menos de 270 gramos de CO₂/kWh. siempre y cuando esa necesidad energética no pueda cubrirse con fuentes renovables y la instalación sustituya otra que emita más.

La propuesta de Bruselas parece responder a las pretensiones del Gobierno de Francia —un país muy dependiente de la energía nuclear y con planes de construcción de nuevas centrales— y del anterior Ejecutivo de Alemania —que apostaba por el gas—. En cambio, España no ve con buenos ojos esta idea. Así lo ha manifestado la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera: "No tiene sentido y manda señales erróneas para la transición energética en el conjunto de la UE".

La principal crítica reside en que la energía nuclear y la procedente del gas se ponen al mismo nivel que las energías renovables. La primera no emite gases de efecto invernadero, pero sí genera residuos radiactivos de alta actividad. Por su parte, las plantas de gas emiten dióxido de carbono, pero en menor cantidad que las centrales térmicas de carbón a las que pretenden sustituir.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, considera que la energía nuclear tiene que formar parte de la transición energética de la Unión Europea si se quieren reducir las emisiones. El país obtiene más del 70% de su electricidad de la nuclear. La compañía eléctrica pública gala EDF ha presentado una propuesta para construir seis reactores nucleares entre entre 2035 y 2037 con una inversión de 50.000 millones.

Oportunidad para invertir en energía nuclear

Si sale adelante la propuesta de Bruselas, se abre una oportunidad de inversión para la energía nuclear. “La energía nuclear es la más barata y limpia de producir. Se genera a un coste de 50-100 dólares por MWh, lo cual es extremadamente competitivo con respecto a las energías renovables, en las que el coste unitario sigue siendo muy elevado, hasta 250 dólares por MWh; mientras que sus emisiones de carbono son insignificantes comparadas con las del petróleo, de 800 gramos de CO2/kWh, o el carbón, que emite 900 gramos CO2/kWh”, defiende Michael Alsalem, responsable de la oficina de Azvalor Asset Management en Londres, en un artículo en la página de la boutique de gestión de activos

Ante el aumento de la demanda mundial de energía, este responsable de Azvalor defiende que la energía nuclear es esencial para alcanzar el objetivo de reducción de las emisiones. “El departamento de energía del MIT [Instituto Tecnológico de Massachusetts] publicó que la energía nuclear es esencial para alcanzar el objetivo de reducción de las emisiones a menos de 50 gramos de dióxido de carbono por kWh en 2050, el cual implica reducir más de diez veces los niveles actuales. También llegó a la conclusión de que para responder al aumento del 45% en la demanda mundial de energía para 2040 hay que recurrir necesariamente a la producción nuclear”, apuntó.

Azvalor mantiene exposición al uranio en su fondo de inversión Azvalor Internacional, el fondo de renta variable gestionado por Álvaro Guzmán de Lázaro y Fernando Bernadvalue, que sigue la filosofía value investing (inversión de valor, en castellano), que se basa en la adquisición de valores de calidad a un precio por debajo de su valor real. Este vehículo de inversión ha conseguido una rentabilidad media anual del 17% en los últimos tres años a 30 de junio.

En concreto, tiene exposición a través del fondo Sprott Uranium Trust (el 0,79% en el fondo) y de la compañías canadiense Cameco Corporation, la empresa cotizada productora de uranio más grande del mundo, con un peso 0,56%, según la composición del fondo en el tercer trimestre de 2021. Anteriormente, también tuvo exposición a Uranium Participation Corporation. 

Si se quiere invertir en renovables

Actualmente, las centrales nucleares y de gas no forman parte de las carteras de inversión verdes. Si se quiere invertir en energías renovables, se puede optar por un fondo de inversión. Estos productos financieros permiten tener acceso a una cartera diversificada, que si se adquiera de forma individual sería mucho más caro.

Algunos ejemplos de fondos de inversión que invierten en energías renovables son el BNP Paribas Energy Transition, que apuesta por empresas dedicadas a la transición energética; el BlackRock Sustainable Energy Fund, que invierte en acciones de empresas relacionadas con las nuevas energías; o el Schroders Global Climate Change, que invierte en compañías que intentan mitigar o adaptarse a los efectos del cambio climático. Se puede encontrar más información sobre estos fondos y otros en este artículo: Invertir en energías renovables.

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