¿Se centra en unas pocas empresas? Fisher Investments España le aconseja mirar más allá
A la hora de revisar su cartera de inversión, ¿se enorgullece de esas empresas que se han revalorizado formidablemente?, ¿se obsesiona con esas otras rezagadas y piensa en lo bien que le habría venido deshacerse de ellas antes? En Fisher Investments España la experiencia nos dice que muchos se lo plantean así, pero es posible que esta perspectiva le aparte de lo que nuestras investigaciones revelan más importante: considerar y analizar la cartera como un todo.
La tentación de ocuparse solo de los valores más brillantes y de los lastres más pesados quizás sea natural. Al fin y al cabo, las grandes magnitudes, en un sentido u otro, llaman la atención y suelen desatar reacciones emocionales. Tras años analizando este fenómeno, sabemos que muchos inversores terminan pensando que tienen que actuar, bien vendiendo algunas acciones o bien invirtiendo más dinero en las destacadas.
Sin embargo, esa interpretación nos parece errónea. En primer lugar, porque cualquier decisión adoptada así se basa en la rentabilidad pasada; un dato que, por definición, no sirve para predecir el progreso de una cotización. Las conclusiones de un sinfín de investigaciones académicas son claras: los mercados no están correlacionados en serie, es decir, los precios de ayer no afectan a los de hoy o mañana. Si a una acción le ha ido bien o mal hoy no repercutirá en su futuro, que depende de otros factores, sobre todo, a juicio de Fisher Investments España, en la evolución de los indicadores fundamentales de la empresa, el sector y el país con respecto a las expectativas de los inversores.
Además, ceñirse a las mejores y peores empresas tiene otras implicaciones. Al parecer de Fisher Investments España, ningún valor debería alcanzar un peso notable en la cartera para evitar que influya sustancialmente en su rentabilidad total. En términos de capitalización bursátil, la empresa más importante del mundo es el gigante estadounidense Apple, con 1,76 billones de euros1; aun así, esta cuantía representa solo un 4,3% del conjunto de los mercados desarrollados2. Desde nuestro punto de vista, sería aceptable sobreponderar levemente esta compañía si es optimista respecto a su revalorización, pero hacerlo en exceso, de manera que distorsione los resultados del total, no es sensato.
Compartimos la visión de que una cartera adecuadamente diversificada debe disponer de suficientes acciones para que esté representada la mayoría, si no la totalidad, de los once sectores internacionales. Asimismo, en los de mayor tamaño, como tecnologías de la información y finanzas, pensamos que conviene mantener más de un valor al objeto de limitar los riesgos específicos de una empresa, para que no puedan afectarle de forma desproporcionada.
En una distribución ideal, el grueso de la cartera lo ocuparían empresas con rentabilidades similares a las de su sector o la renta variable mundial, habría algunas que estuvieran despuntando, si bien también otras que dejaran que desear. Lógicamente, la más importante es la parte más grande. En vez de fijarse en los extremos, evalúe cómo le va al segmento más cuantioso de su cartera. Las siguientes preguntas podrían orientarle:
- ¿El comportamiento de la mayoría de las acciones de su cartera es similar al de los mercados mundiales?
- En caso negativo, ¿es porque la cartera se concentra en pocos sectores? Podría ser una señal de riesgo de que debe actuar.
- ¿Las rentabilidades de sus títulos reproducen más o menos los resultados sectoriales? Pensamos que la mayoría debería hacerlo.
Esta última pregunta también le serviría para analizar las contribuciones y los lastres más destacados de su cartera. Si alguna acción se ha revalorizado con fuerza mientras que su sector ha exhibido debilidad, le recomendamos cuestionarse si los movimientos de dicha empresa reflejan de verdad los factores claves que impulsan al sector, ya que, de no ser así, podría ser un peligro incluso si la desviación de la rentabilidad fuera positiva.
A nuestro modo de ver, invertir a largo plazo no consiste en encontrar la próxima compañía que arrasará en los mercados, algo más propio de la especulación, sino en captar la rentabilidad propia del mercado a la larga durante el tiempo suficiente para aprovechar la acumulación de las rentabilidades. Para lograr este objetivo la diversificación es un principio clave, ninguna empresa individual debería asumir el protagonismo y ser tan decisiva.