Fidelity: Las correlaciones se han disparado y esto podría causar problemas
George Efstathopoulos, gestor de fondos de Fidelity International, examina la evolución de los correlaciones en los mercados: los rendimientos de los bonos han descendido, mientras que las bolsas han avanzado con fuerza desde marzo, lo que ha disparado las correlaciones entre las clases de activos. Esto podría ser perjudicial para las carteras multiactivos, ya que reduce las oportunidades de diversificación y por tanto aumenta el riesgo, especialmente en el caso de que se desate otra oleada de ventas generalizadas.
En lo que supone una evolución que a buen seguro provocará escalofríos incluso a los inversores veteranos, la mediana de las correlaciones en nueve categorías de activos de riesgo (incluidas las acciones, la deuda corporativa y las materias primas) ha subido hasta niveles superiores a los observados durante la crisis financiera mundial y se mantiene en cotas de vértigo. Los bonos, desde la deuda pública estadounidense hasta la deuda corporativa high yield, no generan rentabilidades atractivas con los tipos de interés en los niveles actuales. Lo que resulta más inquietante es si estas clases de activos pueden seguir ofreciendo diversificación durante periodos de caídas en las bolsas, que están mostrando una volatilidad persistentemente más alta que en la mayoría de años anteriores.
Este episodio de altas correlaciones se debe en parte a las medidas expansivas de la Reserva Federal de EE.UU. y otros bancos centrales ante los desplomes generales de este año. Una pregunta clave para los inversores es si este movimiento terminará siendo temporal o marcará otro cambio más estructural y duradero.
Lo que parece claro, a la vista de las incertidumbres económicas actuales, es que podríamos ver otra marea de ventas forzadas, como a comienzos de 2020, cuando llegue la próxima gran prueba. En respuesta al aumento de las correlaciones y los riesgos que eso podría conllevar, los inversores harían bien en valorar diferentes escenarios posibles para los mercados y los bancos centrales y después combinar elementos de protección para cada trayectoria.
Un camino en medio de la incertidumbre
Por ejemplo, si nos sumimos en la 'japonización' o los rendimientos bajos/negativos se mantienen durante décadas en EE.UU. y Europa, entonces la deuda pública debería desempeñar un papel defensivo en las carteras, ya que el riesgo de ascensos constantes de los rendimientos de los bonos sería remoto. En el caso de Japón, ponerse corto en deuda pública llegó a conocerse con el nombre de widow-maker trade o ‘muerte segura’.
Por otro lado, si las perspectivas de crecimiento mejoran y los tipos suben de forma gradual y telegrafiada, entonces las rentabilidades de la deuda pública no serán necesariamente negativas, ya que sus cupones compensarán parte del impacto negativo de la duración.
La estanflación es el fenómeno que todavía no hemos visto, pero que mantiene alerta a los inversores en deuda pública. Si se produce, podría obligar a los bancos centrales a subir los tipos rápidamente, en cuyo caso las rentabilidades de la deuda pública sufrirían presiones.
Sin embargo, los bancos centrales podrían resistirse a subir los tipos a la vista de los niveles récord de deuda y estímulos presupuestarios. Si los tipos (y los rendimientos) no suben, habría un impacto negativo limitado en la evolución nominal, pero los inversores perderían en términos reales, ya que el valor de sus activos se depreciaría. En este escenario, los bonos indexados a la inflación o la inflación implícita deberían ofrecer cierta protección.
Nada puede preparar a una cartera para una hecatombe, pero si se combinan inversiones que activen su carácter defensivo ante diferentes situaciones, como los movimientos de los tipos, la liquidez y las correlaciones, se puede mejorar su resistencia general. El aumento de las correlaciones entre los activos es una amenaza que los inversores no deberían desdeñar.