En los últimos años, la banca tradicional ha comenzado a abrirse al mundo de los activos digitales. Lo que antes era visto con escepticismo y recelo, ahora se perfila a través de alguna de las múltiples opciones que ofrece este enorme ecosistema DLT/Web3, como una oportunidad estratégica para la gran mayoría de las instituciones financieras.
La creciente adopción de criptomonedas, la tokenización de instrumentos financieros convencionales, de los protocolos de Finanzas Descentralizadas, y de otras muchas variedades de activos digitales ha impulsado a los bancos a explorar cómo pueden integrarlos dentro de su oferta de servicios. Sin embargo, este cambio no está exento de desafíos para estas entidades que comienzan a ver su futuro cada vez más presente como ya hemos hablado en tribunas anteriores.
Los retos de los activos digitales van más allá de una herramienta
A pesar de lo que muchos pueden considerar, no podemos obviar el hecho de que incorporar activos digitales dentro del ecosistema y de la oferta comercial que hacen los bancos no es algo tan simple como contratar una plataforma o herramienta tecnológica, y sin más ponerse a funcionar. Existen múltiples retos que van más allá de la mera elección e implementación de herramientas digitales, y que a la larga marcará no solo el devenir del servicio que esa entidad esté construyendo si no también la visión que se tendrá dentro de los consejos de administración de estas entidades de este mercado.
A fin de cuentas estamos hablando de un sector que se mide por los números que se logran, pero también por la confianza que se es capaz de generar, de manera directa e indirecta. Muchas veces se habla de cuánto podrían aumentar estas entidades sus cuentas de resultados con la incorporación de estos servicios, pero lo que muy pocos tienen en cuenta es que en una negocio donde la confianza es la piedra angular sobre la que todo gira, el hecho de “no dejar de ganar” lo que ya se tiene es igual de importante, y según de a quién preguntemos incluso más.
Por esa misma razón, y teniendo esto como base lógica, es crucial ser conscientes de que la implementación de servicios para activos digitales es mucho más complejo que solamente elegir una herramienta y tratar de que los equipos de la entidad la usen. Eso sería algo equiparable a comprarse únicamente un martillo y tratar de construir una casa solo con él.
Y de la misma forma que sin más recursos que con un martillo no es factible construir una casa, tampoco podemos pretender que solamente con un software de análisis tengamos un sistema de prevención montado, o con una herramienta de gestión de claves tengamos una infraestructura robusta de seguridad.
En la creación de estos nuevos servicios hay retos que van más allá de las herramientas tecnológicas que se usan, y que requieren de cierta profundidad en su desarrollo:
- Retos operativos: la integración de activos digitales requiere establecer procesos y flujos de gestión robustos que permitan la correcta ejecución de toda las tipologías de transacciones que se pueden dar en este ecosistema descentralizado, mientras a su vez es capaz de ejecutar la custodia segura de todos estos activos. Siempre bajo la premisa de ser capaces de soportar cambios drásticos en los contextos en que se da esta operativa.
- Gestión de los activos: a diferencia del dinero fiduciario, los activos digitales poseen características únicas que requieren nuevos modelos de administración y supervisión ¿alguien ha dicho mercados 24/7?
A parte de esto, estamos hablando de una tipología de activos que no han sido construidos bajo las pautas convencionales de los activos financieros, si no que han sido concebidos a partir de una tecnología blockchain que cuenta con numerosas particularidades en su lógicas de funcionamiento y de gestión.
- Cumplimiento regulatorio: la normativa sobre activos digitales es aún un camino por recorrer, en donde se está haciendo camino al andar. Esto implica que la evolución e iteración en este campo es constante, lo cual genera incertidumbre en cuanto a cuáles son los estándares que se deben seguir. Esto es algo que sin duda ha evolucionado mucho en los últimos años, pero que aún está lejos del contexto que nos podemos encontrar en el sector financiero convencional, donde las líneas están mucho más definidas.
- La seguridad como el punto de partida: las amenazas digitales han aumentado significativamente en esta industria, al igual que en las demás. Con la diferencia de que en estos servicios no solo se gestionan datos; los cuales tienen ya de por sí una altísima importancia, si no que hablamos de valor. Y como tal debemos ser capaces técnica y cognitivamente.
El Caso ByBit: Lo que puede salir mal cuando no se hace bien las cosas
Un caso reciente que ilustra los peligros asociados a la gestión deficiente de los activos digitales es el hackeo de ByBit. Esta plataforma de intercambio sufrió un ataque que comprometió los fondos de sus usuarios. Numerosos análisis han demostrado que el origen de este caso ha podido deberse a que contaban con herramientas, pero no con mecanismos de seguridad avanzados y procesos rigurosos de gestión de riesgos.
Este tipo de incidentes demuestra que, cuando no se hacen bien las cosas en esta industria, las consecuencias pueden ser devastadoras tanto para las empresas como para los usuarios.
Más allá de los grandes bancos globales
Obviamente todos estos desafíos no son nada nuevo en esta industria, y son retos que se han venido trabajando por muchas empresas desde hace años. Un ejemplo de ello, es la aparición que en los últimos meses está habiendo de servicios relacionados con los activos digitales dentro de las principales entidades internacionales de la industria financiera, como bien puede verse representado en el reciente caso de BBVA aquí en España.
El quid de la cuestión, si me lo permitís, es que estas entidades globales cuentan sin ninguna duda tanto con la infraestructura como con los recursos necesarios para afrontar los retos de este nuevo paradigma financiero. Pero sin embargo, esta seguramente no vaya a ser la norma en el resto de entidades del mercado, donde su capacidad de disponer de recursos es mucho más limitada por sus tamaño, pero los cuales se irán viendo poco a poco empujados por el interés de sus clientes hacia la necesidad de conformar sus productos y servicios para activos digitales.
Ese momento, que cada vez está más cerca, entraremos de pleno en un contexto en donde no saber lo que se está haciendo puede suponer un alto riesgo para las entidades y para el prestigio del sector financiero, y en dónde acudir a la solución aparentemente más sencilla; tratando de construir casas con martillos, puede convertirse en un riesgo a gestionar.
Tribuna elaborada por Álvaro Alcañiz, Chief Operating Officer en Onyze
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