Qué es un ETF y en qué se diferencia de un fondo indexado
Los ETF han ido posicionándose como una alternativa a la inversión tradicional. Un ETF es el acrónimo de Exchange Trade Fund, que se ha traducido al castellano como fondo cotizado. Este producto mezcla dos mundos diferentes: el de los fondos de inversión y el de las acciones. De forma muy resumida podría definirse como un fondo de inversión que se compra y se vende como una acción en lugar de suscribirse y reembolsarse con participaciones como un fondo al uso.
Qué es un ETF
Así los fondos cotizados o ETF siguen siendo fondos de inversión, porque tienen dentro una cesta de activos financieros y valores cotizados. Pero para contratarlos hay que hacer lo mismo que con las acciones de Telefónica, Repsol o Danone. Es decir, lanzar una orden de compra a través de un broker.
La principal consecuencia es que un fondo cotizado puede comprarse y venderse en cualquier momento, algo que no sucede con el resto de fondos. Con un fondo de inversión el valor de mercado se determina al cierre del día, mientras que con un ETF se calcula en tiempo real, según las órdenes de compra y venta que se van cruzando.
Al principio, casi sólo había ETFs de un tipo, ETF de gestión pasiva. Es decir, los que tenían como objetivo replicar los movimientos de un índice, que podía ser de renta fija, renta variable, divisas, materias primas... Lo que se buscaba era tener exposición a las empresas que componen el S&P 500, el Nasdaq o el Eurostoxx, pero con costes muy bajos y con más flexibilidad para comprar y vender.
Sin embargo, con el paso del tiempo y con su popularidad ha ido creciendo de manera espectacular la oferta y la variedad. Primero nacieron ETF que también replicaban índices sectoriales, como los ETF de tecnología, de bancos, telecomunicaciones, etc o zonas geográficas.
Pero también surgieron nuevas modalidades, como ETFs que permitían invertir a la baja en esos índices, conocidos como ETF inversos, o de forma apalancada (doblando los movimientos a la baja o al alza del índice). Por ejemplo, se puede contratar un ETF inverso que sube lo que baja el S&P 500 o existe un ETF apalancado que si el índice sube un 1% su valor lo hace el triple, un 3%.
ETF de gestión pasiva vs ETF de gestión activa
Por último, la siguente evolución han sido los ETF que ya no son inversión pasiva. O al menos, no sobre los grandes índices, sino lo que podríamos definir como ETF de selección activa o ETF de gestión activa. ¿En qué consisten?
Los ETF de selección activa replican un índice, pero que se crea desde cero con unos criterios concretos. Por ejemplo, que tengan determinado nivel de deuda, de caja, de beneficios, de valoración... Y estos índices los crean a veces las propias gestoras que lanzan los ETFs. En realidad, sigue siendo gestión indexada, porque se replica un índice que se crea ex profeso siguiendo criterios de selección activa y fundamental del equipo de análisis y gestión de la gestoora y que sólo se cambia al cierre de cada trimestre. Aquí estarían los ETF que están lanzando casas como Fidelity o Franklin Templeton.
Por otro lado, están los ETF de pura gestión activa, que se parecen todavía más a un fondo de inversión tradicional en la esencia de su cartera, ya que hay un equipo de gestión que puede cambiar la cartera en cualquier momento, pero que también se pueden contratar en bolsa como una acción. El más famoso aquí sería el ARK Innovation, de la popular gestora americana Cathie Wood, que invierte en empresas tecnólogicas innovadoras. ¿La diferencia con un fondo de gestión activa tradicional? De nuevo, la flexibilidad para comprarlo y venderlo y los costes.
La comisión de gestión de los ETF suele ser menor que las de un fondo normal, pero con la variedad de ETF ha aumentado también la diversidad de comisiones. Un ETF activo suele tener comisiones más bajas que un fondo tradicional de gestión activa, pero más altas que un ETF pasivo e incluso también más altas que un fondo de inversión tradicional que se gestionan de manera pasiva, los conocidos como fondos indexados.
Lo que diferencia a la gestión pasiva de la gestión activa es el papel de gestor. En la segunda, este gestor es más dinámico y aplica estrategias de inversión activas, moviendo el dinero para intentar obtener beneficios. Esto se traduce en unos mayores costes operativos (el fondo tiene que pagar comisiones por operativa) y en un equipo de gestión más amplio que analice el mercado y busque oportunidades.
Por el contrario, en un fondo de gestión pasiva el equipo gestor se limitará a imitar la composición de un índice para replicar su comportamiento o, en su defecto, creará un nuevo índice para un determinado sector o activo (ETF de empresas tecnológicas, ETF sobre el oro, fondo indexado sobre el S&P500...). El resultado es que se harán muchas menos operaciones y la figura del gestor será casi testimonial. Por eso sus comisiones de gestión serán menores. Además, también supone un enfoque y estrategia de inversión distinto. Una de las maneras más novedosas y más sencillas de invetir en gestión pasiva actualmente son los roboadvisors, en Finect os dejamos nuestra sección dónde podréis encontrar los mejores valorados y podréis comparar.
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Diferencias entre ETFs pasivos y fondos indexados
Los fondos cotizados no son la única herramienta de gestión pasiva. Los fondos indexados son otra alternativa que muchas veces se confunde con la primera. La realidad es que un ETF y un fondo cotizado sobre el S&P 500 están invirtiendo exáctamente en lo mismo: las 500 mayores empresas de Estados Unidos, pero lo hacen en vehículos distintos.
En ambos casos el objetivo es replicar un determinado índice, pero la forma de hacerlo es diferente y también la operativa. Estas son las diferencias.
- Un ETF funciona como una acción y, por lo tanto, se puede comprar y vender durante la sesión bursátil y poniendo la orden de compra y venta a un precio determinado. Un fondo índice funciona como un fondo de inversión tradicional, en el que durante el día puede remitirse una orden de suscripción, pero que se ejecuta al final del día al precio que fija la gestora tras calcular el valor de la cartera. Es decir, en el ETF puedes saber el precio al que compras cuando das la orden, mientras en el fondo indexado, no. Puede parecer un detalle menor para el inversor de largo plazo, pero puestos a elegir entre dos productos casi iguales, sí es una diferencia importante.
- Un ETF debe estar invertido al 100% mientras que un fondo índice debe guardar un porcentaje de liquidez obligatorio.
- La réplica de los ETF suele ser más exacta que la de un fondo índice. Su evolución se correlaciona mucho más con la del índice.
- Las comisiones de gestión los ETF suelen ser menores, aunque como ya hemos visto depende del tipo de ETF en concreto que estamos comprando. Si es un ETF de gestión activa, puede que nos cueste más que un fondo indexado. Además, hay otros costes adicionales a tener en cuenta, como las comisiones de intermediación, de corretaje o depositaría. Incluso, en el caso de los ETF con poca negociación, puede haber diferencias muy importante en las horquillas de compra y venta, que nos encarezcan la operación.
- La fiscalidad es diferente. En otros mercados, los ETF tienen ventajas fiscales sobre los fondos, pero en España no, porque no comparte la fiscalidad de los fondos de inversión, sino de las acciones. Por lo tanto, no se pueden realizar traspasos de un ETF a otro sin peaje fiscal, sino que cada vez que se venda con ganancias hay que tributar por las plusvalías.
- Compras mensuales frente a aportaciones mensuales. Para invertir en un fondo indexado puedes dar órdenes periódicas para aportar dinero a ese fondo con la periodicidad que tu eligas, sin embargo con un ETF no es tan sencillo programar periódicamente las compras.
Al final fondos cotizados y fondos indexados son parecidos pero muy diferentes.
Características de los ETF
¿Cuáles son las principales características de un fondo cotizado? En los apartados anteriores ya hemos visto algunas de ellas como el hecho de que un ETF funciona como una acción y no tanto como un fondo o que su gestión es pasiva y no activa. Sin embargo, hay más que tienen que ver con su operativa.
- Transparencia. Al ser activo cotizado, es posible conocer su valor en todo momento.
- Flexibilidad. Un ETF se puede comprar en cualquier momento y la compra se hará efectiva según su cotización en ese instante, no habrá que esperar hasta el final la sesión ni habrá ventanas de salida como ocurre con determinados fondos.
- Liquidez. Un ETF se puede comprar y vender el cualquier momento, como una acción. Son 100% líquidos.
- Diversificación. Un fondo cotizado es un instrumento ya diversificado en sí mismo. Al invertir en una cesta de valores siempre existirá cierto grado de diversificación. Y es que con un ETF puedes 'comprar' un índice entero sin tener que invertir en cada una de sus acciones.
- Comisiones. Las comisiones de gestión de los ETF son más bajas que las de un fondo tradicional, aunque como con toda acción, habrá que sumar las comisiones de compra-venta si te dedicas a hacer una operativa muy activa con estos fondos.
Tipos de ETF
Todos los ETF buscan replicar índices, pero eso no quiere decir que exista un solo tipo de fondo cotizado. En realidad existe más de un formato en función del índice que trate de imitar y las características del propio fondo. Estos son algunos ejemplos, pero puedes encontrar toda una diversidad de ETFs de muy distintas gestoras en plataformas como Scalable Capital, EVO Banco, Openbank o Renta 4, entre otros:
- ETF de índices clásicos de renta variable. Los hay de todos los colores desde ETF sobre Ibex 35 hasta ETF sobre Dow Jones. Su objetivo será comportarse igual que el índice de referencia.
- ETF de índices clásicos de renta fija. Se crean sobre obligaciones o bonos, tanto públicos como privados. Así puede haber ETF sobre deuda soberana emergente, europea, asiática...
- ETF de índices de selección activa. Replica el comportamiento de un índice que se ha creado con un objetivo o un criterio concreto. Por ejemplo, en las empresas con mejor valoración fundamental del S&P 500; o en las empresas con mejor combinación de deuda, valor en libros y rentabilidad por dividendo. Estos suelen crearlo las gestoras que emiten ese ETF o empresas de índices que tienen acuerdos con esa gestora.
- ETF monetario. Su objetivo es replicar deuda estatal a corto plazo con máxima califiación y activos monetarios del mercado interbancario.
- ETF de materias primas. Los hay sobre el petróleo, gas, oro, plata... Es una alternativa para invertir en oro.
- ETF sectoriales. Replican índices creados por casas de análisis sobre diferentes sectores. Pueden ser tecnológicos, de sector automoción e incluso de sectores mineros, para complementar los de materias primas, por ejemplo. Por ejemplo, la gestora de ETFs GlobalX tiene una amplia diversidad de fondos sectoriales, que van desde los de baterias de litio hasta los de compañías de uranio, pasando por los de empresas de genómica, entre otros muchos.
- ETF regionales. Estos fondos cotizados recogen activos de un área geográfica concreta y servirían para estar invertido en una región o país. Lo hacen replicando índices de renta fija o variable de estas áreas.
- ETFs globales. Son los que se centran en índices mundiales de renta fija o ernta variable como el MSCI World Index o el AC World Index, por ejemplo.
- ETFs inversos. Básicamente apuestan a la baja para ponerse corto, de manera que ganan dinero cuando el índice baja.
Ventajas de los ETFs
El principal punto a favor de los fondos cotizados es que se trata de un instrumento de inversión barato porque cobra menos comisiones y tiene menos costes de operación.
Además, al estar cotizado puedes comprar sabiendo el precio que pagarás. Será tan fácil como emitir una orden de compara a un precio concreto. Del mismo modo, puedes comprar en cualquier momento, sin esperas y sabiendo cuánto pagarás.
Por supuesto, ofrece una mayor diversificación que la inversión en bolsa, pero no mayor que la que dan otros fondos de inversión.
Por último, los fondos cotizados permiten seguir las tendencias generales del mercado a coste reducido y adaptarse rápidamente a cualquier cambio. Y es que con un solo producto puedes estar invertido en todo un sector o región, por ejemplo.
Inconvenientes de los ETF
Los fondos cotizados también tienen sus desventajas generales y frente a los fondos de inversión. El primero es que pueden existir costes adicionales al sumarse comisiones de compra-venta y de custodia.
Además, su fiscalidad es menos ventajosa en España, porque tienen que tributar por las plusvalías, a diferencia de los fondos, donde puedes realizar traspasos.
Fiscalidad de los ETF
Al invertir nunca debes olvidarte de Hacienda. Dependiendo en qué inviertas pagarás más o menos impuestos. En el caso de la tributación de los ETF, sean españoles o extranjeros, además de no poder realizar traspasos sin tributar, el resto de la fiscalidad es igual que las acciones. Así, tendrás que pagar impuestos en la renta cada vez que compres o ventas un fondo cotizado, sin importar lo que después hagas con ese dinero.
En la declaración, los fondos cotizados se incluirán dentro de las rentas del ahorro en el IRPF como ganancia o pérdida patrimonial. Esto quiere decir que se aplicarán los siguientes porcentajes sobre la ganancias que obtengas:
- 19% para ganancias hasta 6.000 euros.
- 21% para ganancias entre 6.000 y 50.000 euros.
- 23% para ganancias entre 50.000 y 200.000 euros.
- 26% más de 200.000 euros.
Lo único bueno de la tributación de los ETF frente a los fondos es que, al tributar como una acción, las plusvalías logradas no tienen retención al realizar la la venta, por lo que podremos contar con todo el dinero que no nos han retenido hasta que llegue la hora de declarar la renta, donde ya nos tocará pagar por ellos.
¿Merece la pena invertir en ETF?
Los ETF son una buena forma de hacer crecer tus ahorros a coste limitado y que puedes compaginar con inversiones en fondos concretos o en bolsa, por ejemplo.
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