El "esfuerzo de cumplimiento" que podría llevar a 1.600 fondos ESG a desinvertir hasta 37.332 millones
El pasado mes de mayo, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) hizo públicas sus directrices finales sobre la denominación de fondos de inversión con criterios de sostenibilidad. El mandato es claro: un fondo no puede utilizar términos como ESG si no destina al menos un 80% de sus inversiones a cumplir objetivos medioambientales, sociales o de inversión sostenible.
El organismo continúa en su cruzada contra el greenwashing y avanza en el esfuerzo de proteger al inversor y promover la transparencia y la integridad en las inversiones sostenibles, asegurando que realmente contribuyen a los objetivos ambientales y climáticos.
La unificación de normas es una de las peticiones habituales en la industria y estas directrices proporcionan "una guía clara para las gestoras que estén valorando adoptar dichas denominaciones o que, por el contrario, quieran evitarlas", explica Paula de Biase, socia de Regulación Financiera y Fintech en Baker Mckenzie.
Y hasta aquí las buenas noticias. Porque lo cierto es que esta política va a traer un volumen de trabajo importante a gestoras y demás entidades y, además, va a pasar en muy poco tiempo. Los nuevos fondos deberán ajustarse al mandato desde el inicio, mientras que los fondos ya existentes disponen de seis meses para adaptarse, aunque "en la práctica, este plazo será de nueve meses desde la publicación de estas nuevas directrices (pues hay que sumar tres meses para la entrada en vigor de las mismas)", puntualiza Biase.
"En todo caso, sigue resultando relativamente corto y supone un esfuerzo de cumplimiento relevante para las gestoras”, añade la experta, que recuerda que en su respuesta a la consulta de la ESMA, muchas entidades han sugerido que sería más adecuado contar con 12 meses o incluso más para llevar a cabo el ajuste.
Energía, industria, defensa...
Tienen por delante un proceso de análisis y adaptación "complejo" de su cartera y/o de su estrategia de inversión futura, tal y como lo define la socia de Regulación Financiera y Fintech en Baker Mckenzie. Y el impacto puede ser elevado. El equipo de Morningstar Sustainalytics ha hecho un acercamiento cualitativo analizando cómo las directrices de la ESMA afectan a más de 4.300 fondos de la UE con términos relacionados con ESG o sostenibilidad en sus nombres.
Los resultados concluyen que, de 2.500 fondos de los que hay datos de acciones disponibles, en más de 1.600 hay al menos una acción que podría estar infringiendo las reglas de exclusión de PAB (Paris Aligned Benchmark, diseñadas para garantizar que las inversiones estén alineadas con los objetivos del Acuerdo de París) y CTB (Climate Transition Benchmark, orientadas a facilitar la transición hacia una economía baja en carbono). Los sectores potencialmente más afectados incluyen energía, industria (por ejemplo, ferrocarriles, defensa) y materiales básicos, mientras que las acciones más afectadas incluirían TotalEnergies, Tencent Holdings, Ecolab y Shell.
Esto supone que tendrían que desinvertir en dichas acciones o cambiar de nombre, dejando fuera la referencia a ESG. Y en el caso de que optaran por mantener sus nombres, podría llevar a desinversiones de acciones por un valor de hasta 40.000 millones de dólares (37.332 millones de euros), según el informe de Morningstar.
"Aunque es imposible predecir el impacto completo de estas directrices, esperamos que sus implicaciones sean significativas. Tienen el potencial de reconfigurar completamente el panorama de fondos ESG en Europa, con posiblemente miles de fondos ESG cambiando de nombres y/o ajustando sus carteras para cumplir con las nuevas reglas", comenta Hortense Bioy, jefa de Investigación de Inversión Sostenible en Morningstar Sustainalytics.
Cambios para el 44%
El análisis también plantea que algunos fondos podrían reposicionarse como fondos de transición, a los que se aplican las exclusiones menos restrictivas de CTB, "siempre que puedan demostrar un camino de transición claro y medible". En el mejor de los casos, considera Morningstar, sólo el 56% de los fondos con el término específico 'sostenible' en su nomenclatura podría mantener el término si el umbral mínimo para una asignación significativa a inversiones sostenibles se establece en el 30%. El 44% restante necesitaría aumentar su asignación a inversiones sostenibles, ajustar su metodología de inversión sostenible o cambiar de marca.
"Puede ser tentador asumir que la gran reorganización por delante significa que muchos fondos ESG podrían haber estado haciendo greenwashing. Pero la realidad es que hasta ahora no había estándares, y es un área compleja", defiende Bioy.
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