¿Son los activos digitales un activo financiero invertible?

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Es la gran pregunta del millón (de muchos millones) que muchos profesionales de la inversión se hacen: ¿son los activos financieros realmente un activo invertible? ¿Cómo se puede saber?

El ascenso de las criptomonedas como una categoría de activos ha despertado un creciente interés por parte de las instituciones financieras, motivado por el potencial de oportunidades para las carteras de los inversores, tanto para capturar nuevas rentabilidades como para descorrelacionar y diversificar las carteras.

La adopción institucional ya está en marcha, y crece a pasos agigantados. Según Fidelity, el 81% de los inversores institucionales ya considera que los activos digitales tienen un papel en las carteras de inversión. En los últimos meses, muchas grandes gestoras de fondos de inversión están empezando a tomar posiciones.

Los activos digitales están emergiendo como una nueva categoría de inversión tanto para los clientes como para los administradores de patrimonios. Prueba de ello es la posibilidad ya existente de poder invertir en Bitcoin a través de ETFs, facilitando así su acceso a inversores convencionales que buscan la familiaridad y seguridad de los vehículos de inversión regulados​.

La aprobación de estos fondos cotizados en Estados Unidos ha sido el gran espaldarazo definitivo que muchos necesitaban, por parte del mercado más importante del mundo, para empezar a mirar a los activos digitales como un activo invertible.

Pero entonces, ¿son un activo?

A diferencia de los activos tradicionales, los activos digitales existen únicamente en el ámbito digital. No son objetos físicos como tal, pero sí pueden representar partes de objetos físicos que pueden almacenarse, transferirse y replicarse fácilmente.

Para que algo se considere un activo, debe tener algún tipo de valor, ya sea monetario o intangible. Este valor puede derivarse de su uso, derechos de propiedad o escasez. La clasificación de los activos digitales como activos financieros sigue siendo objeto de debate, pero empiezan a emerger dos tipos de consideración de los activos digitales para poder ser considerados activos invertibles: la tecnología que hay detrás y la reserva de valor.

Saber más: ¿qué son los activos digitales?

Invertibles como tecnología

Una de las grandes ventajas para considerar si los activos digitales son o no un activo, es su trazabilidad. Gracias a la tecnología blockchain, la propiedad de los activos digitales se puede registrar y rastrear electrónicamente.

Y es que el futuro de los activos digitales está intrínsecamente ligado a la evolución de la tecnología financiera y la adopción de la blockchain. Muchos grandes actores en el mercado financiero mundial ya se están moviendo para implementar tecnologías blockchain, moviéndose y evolucionando hacia un mundo con un sistema financiero más digital y descentralizado, que ofrece mayores oportunidades de acceso a inversión para los clientes.

Instituciones y gestoras de fondos ya están explorando activamente la tokenización de activos y productos, lo cual podría revolucionar la inversión al mejorar la liquidez y transparencia de activos que hasta ahora han sido ilíquidos​ o de difícil acceso. Esta

Es precisamente todo lo que se está construyendo con blockchain, toda la infraestructura que nos está llevando a construir la Web 3.0, lo que tiene sentido incluir en cartera. Es en la cadena de bloques donde los activo digitales cobran sentido como activo, donde se pasa de simplemente "tener" un activo digital a "poseerlo", a ser reconocido de forma pública y descentralizada como algo atesorable.

Invertibles como reserva de valor

Es esa faceta, la de poder atesorar ciertos activos digitales, forzando la escasez mediante criptografía, la que hace que los activos digitales puedan ser invertidos como reserva de valor. Este es el claro caso de Bitcoin, el activo digital más conocido, que es considerado como una reserva de valor, una especie de oro digital.

Al igual que el oro, su oferta es limitada. De hecho, es más limitada aún que la del oro, ya que nunca habrá más de 21 millones de bitcoins y se emiten a un ritmo conocido y desinflacionario (cada vez se emiten menos bitcoin), contrastando con las monedas fiat, donde un aumento en la oferta monetaria puede fomentar la inflación, devaluando la moneda.

¿Es un activo digital invertible como reserva de valor solo por el mero hecho de ser escaso? No exactamente. La capacidad de los activos digitales para funcionar como reserva de valor va más allá de su escasez inherente.

Si bien la escasez es un factor importante, también influye la confianza y la aceptación generalizada de la comunidad en torno a ese activo como un depósito de valor confiable. Esta confianza se construye a lo largo del tiempo a medida que el activo demuestra su utilidad, su resistencia a la manipulación y su capacidad para mantener su valor en diferentes condiciones del mercado.

En el caso de Bitcoin, su historia, su resistencia a la censura y su naturaleza descentralizada han contribuido a su percepción como una reserva de valor sólida y confiable, lejos de la inflación de monedas fiat. Eso sí, si bien los expertos parecen ir apuntando poco a poco que puede ser refugio contra la inflación, aún no está probado que Bitcoin pueda ser activo refugio contra volatilidad y riesgos geopolíticos, como sí lo ha sido históricamente el oro.

Principales desafíos de los activos digitales

Aunque los activos digitales ofrecen oportunidades atractivas, no están exentos de riesgos. Estos incluyen la volatilidad de precios, la dificultad para valorarlos, cuestiones regulatorias en constante evolución y desafíos técnicos asociados con la custodia y seguridad de activos digitales.

  • Valoración y volatilidad: una de las principales dudas respecto a los activos digitales como activos a implementar en cartera es su complejidad en la valoración de estos activos, debido a la falta de un flujo de ingresos convencional y métricas de valoración estandarizadas, lo que puede resultar en asignaciones de precios volátiles. Conforme vayan solucionándose estos problemas, se irán disipando las dudas sobre la invertibilidad de los activos digitales. Al fin y al cabo, estamos en un estado incipiente de los activos digitales, con apenas un track record estable al respecto. 
     
  • Regulación: la regulación de los activos digitales en este espacio es aún incipiente y varía significativamente entre jurisdicciones, lo que puede influir en la adopción y en la percepción del riesgo por parte de los inversores institucionales​. Aunque la regulación completa aún está en proceso, iniciativas como MiCA en Europa están comenzando a proporcionar un marco normativo para los inversores institucionales, allanando el camino hacia una adopción más generalizada al ayudar a evaluar los riesgos y comprender las implicaciones de implementar estos servicios. 
     
  • Seguridad: la seguridad, en particular, es una preocupación primordial, dado que los activos digitales dependen de claves privadas en muchos casos para el acceso y la transacción de los mismos. La custodia de estos activos digitales es uno de los grandes caballos de batalla a considerar ahora mismo,  aunque se está avanzando mucho en los últimos años. 

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