Bono viene de bonus... El extra de dinero que te llevabas como interés por prestarle tu dinero a alguien.
Al igual que ocurre con las acciones, el precio de los bonos se mueve y puede subir o bajar. Es decir, la empresa ABZ puede estar pagando cada trimestre un interés del 5% («cupón» en la terminología financiera) por unos títulos de renta fija, pero si yo necesito vender esos bonos u obligaciones tengo que ir al mercado a ver cuánto me dan por ellos.
Y aquí dependerá de las expectativas que tengan otros inversores de la evolución de la empresa. O de lo que están dispuestos a pagar por esos bonos porque quizá haya otras empresas que están pagando mayores tipos de interés. Por eso, a lo mejor en el mercado sólo me ofrecen 60 euros por unos bonos que yo compré a 100, aunque me sigan pagando el 5%.
El riesgo de incurrir en esta pérdida desaparece si nos quedamos los bonos hasta el final, si no los vendemos antes... Y la empresa nos paga. Este es el auténtico temor al invertir en renta fija, que la empresa o institución a la que compramos la deuda no logre cuadrar sus cuentas y, llegado el momento, nos diga que no puede devolvernos todo el dinero que pusimos al principio, que recibe el nombre de «el principal», sino sólo una parte.
La diferencia entre bonos corporativos o del gobierno depende de quien emite. En los corporativos, los emite una empresa; en los gubernamentales, los emite un gobierno.
Y en cuanto a rentabilidades, pues depende mucho muchísimo del riesgo de que te devuelvan o no el dinero que has 'dejado'. Desde los bonos más seguros, como los de deuda pública alemanes, que apenas pagan ahora mismo un 0,5% a 10 años, hasta los súper arriesgados, como son los bonos basura, que tienen que lanzarse con cupones superiores al 20% o al 30%, por ejemplo, para poder colocar sus emisiones.